Esta noche de miércoles y sin que sea lo habitual, y dado que nos sentimos con ánimo de celebración, nos vamos a una de las catas-cenas que se realizan en este local. En La Bolera estuvimos hace mucho, exactamente el 8 de noviembre de 2006 y aunque hemos vuelto de manera individual y nunca como elmiercolestoca, hemos decidido que en esta noche pre-exposición bien valía la pena saltarnos nuestro modus operandi y volver a uno de los locales que ya habíamos estado y cenar en una mesa multitudinaria (eramos unos 17 comensales).
Es una cena donde además de degustar la excelente cocina de Pepe Moll (chef de La Bolera) nos van a maridar la cena con los vinos de Vera de Estenas y el buen hacer de Marina (sumiller de La Bolera) además de la presentación de, como remate de la cena, de un surtido de chocolates de la fabrica de chocolates Meivel. Como veis, todo un festín.
Nos recibe Marina, siempre atenta y dispuesta, con un vino rosado de Vera de Estenas, bien fresco, de sabor muy pero que muy ligero, 100% bobal (rosado, suave y bobal, tres condiciones para que a Karoleta no le agrade demasiado, aunque se lo bebe. Hace calor, tiene sed y entra demasiado bien). Con este vino vienen los primeros entrantes de lo que será la cena: palos valencianos (llamados así porque están realizados con masa de fartons) rellenos de foie y decorados con caramelo de mistela (¡deliciosos!), clochina valenciana en all-i-pebre (un bocado que recuerda toda la intensidad de este plato tan de la zona. Realmente de buena hechura y que hace las delicias de Quesoy) y brocheta de cereza y naranja con bacalao (sorprendente, fresca y de un resultado muy creativo).
Una vez sentados comienza la verdadera cena. Comenzamos con una crema fria de almendras, bogavante y caviar de trucha (deliciosa crema fria, muy apetecible en la noche bochornosa que padecemos, de excelente sabor y ricura de contrastes) que viene maridada con un cava: Argés brut nature, un cava suave de fina burbuja que con su acidez consigue limpiar la boca de los rastros de la crema sin desintegrar totalmente su sabor.
Seguimos con un timbal caliente de gamba roja de la Marina rellena de setas con lágrimas de zumo de aceite de oliva virge y pipas tostadas. Soberbio plato de un sabor contundente que como no podía ser de otra forma, lo maridan con un vino blanco con crianza: Viña Lidón Crianza del 2004 (100% chardonay). Vino que nos dejará emocionados y que todos coincidiremos en pensar que es un vino que bien podría acompañar toda la cena sin ninguna excepción de platos. Tanto a Karoleta como a Quesoy les hace recordar otro vino blanco (de los pocos que han emocionado y encantado a Karoleta, bebedora sobre todo de tintos) Cometa de la bodega Planeta, un vino siciliano que degustaron en la inolvidable cena de Ca Sento maridada por Juan Ferrer de Enópata. Viña Lidón es un vino con cuerpo, con aromas de madera, con una nariz muy compleja en aromas y en boca un sabor intenso con notas de cuero, madera y frutos maduros. ¡Impresionante!.
Ahora le toca el turno a un lomo de bacalao fresco de Islandia con un ligero pilpil natural y espárrago verde. El pescado en su punto de cocción y el pilpil suave suave, con un ligero recuerdo del ajo, lo que hace un plato tremendamente digestivo. Viene acompañado con un vino tinto joven Martinez Bermell Merlot: vino bien estructurado pero que tiene la desventaja de ir justo detrás de uno inmenso por lo que pasa desapercibido en la cata. A estas alturas de cena, el apetito ya sólo es un recuerdo de algo que ocurría hace más de una hora.
Nos sirven Casa Don Ángel Malbec. Vino tinto que ya nos presentara Marina en la primera cena en La Bolera. Sigue siendo un vino sorprendente, de impecable hechura pero que después de Viña Lidón, ya nada será lo mismo. Karoleta vuelve sobre este blanco con alma de tinto (como bien apunta Quesoy) uno y otro plato. El malbec vendrá a maridar un plato de espagueti de tinta de chipirón de playa con emperador y salsa marinera de la bahía con gambas. Un plato sabroso con intenso sabor a mar, bien integrados los sabores haciendo una buena armonía en cada bocado.
Es el turno del plato de carne: carrilleras de ternera en cocción lenta a baja temperatura (nos explica el chef que han estado cociendo durante 36 horas) en su propio jugo con chufas de Alboraya y reducción de chufas. Plato original, con una innovadora compañía de dados de horchata donde la carrillada se eleva a un nivel de excelencia por su suavidad, su ternura. Lo lamentable es que ya los estómagos agradecidos no soportan más comida (y aún faltan los postres y los chocolates). Viene con un vino tinto 100% bobal: Casa Don Angel bobal (vino tremendo, como tremenda es su variedad de uva: robusto, contundente, que acaba con todo lo que pilla por delante...volvamos a Viña Lidón...¡qué bien se comporta!. Según pasa la cena, y como hacen sus amigos, los buenos tintos, aún está más delicioso.
Como postres una sinfonía de la tierra: postre del chef 'todo chufa' en sus diferentes texturas. Un helado, una torrija de horchata y una crema, como no, de horchata. El helado nos recuerda nuestros vasos veraniegos de horchata granizada. Postre fresco y muy de la tierra.
Ya como remate de cena y de copas que nos han ido rellenando según los gustos de cada comensal, nos presentan los chocolates: blanco, con leche, un excepcional Madagascar (negro y de correctisima amargor), de Ecuador y ya nos rendimos. Ni por curiosidad podemos continuar con pruebas chocolateras.
Quesoy remata la imponente cena con su consabido ristreto.
Tremenda cena que será recordada, además de por sus platos, por ese vino blanco con interior de tinto.
En Benetusser (Valencia). Camí Nou nº 1 TEl 963 751 011
Es una cena donde además de degustar la excelente cocina de Pepe Moll (chef de La Bolera) nos van a maridar la cena con los vinos de Vera de Estenas y el buen hacer de Marina (sumiller de La Bolera) además de la presentación de, como remate de la cena, de un surtido de chocolates de la fabrica de chocolates Meivel. Como veis, todo un festín.
Nos recibe Marina, siempre atenta y dispuesta, con un vino rosado de Vera de Estenas, bien fresco, de sabor muy pero que muy ligero, 100% bobal (rosado, suave y bobal, tres condiciones para que a Karoleta no le agrade demasiado, aunque se lo bebe. Hace calor, tiene sed y entra demasiado bien). Con este vino vienen los primeros entrantes de lo que será la cena: palos valencianos (llamados así porque están realizados con masa de fartons) rellenos de foie y decorados con caramelo de mistela (¡deliciosos!), clochina valenciana en all-i-pebre (un bocado que recuerda toda la intensidad de este plato tan de la zona. Realmente de buena hechura y que hace las delicias de Quesoy) y brocheta de cereza y naranja con bacalao (sorprendente, fresca y de un resultado muy creativo).
Una vez sentados comienza la verdadera cena. Comenzamos con una crema fria de almendras, bogavante y caviar de trucha (deliciosa crema fria, muy apetecible en la noche bochornosa que padecemos, de excelente sabor y ricura de contrastes) que viene maridada con un cava: Argés brut nature, un cava suave de fina burbuja que con su acidez consigue limpiar la boca de los rastros de la crema sin desintegrar totalmente su sabor.
Seguimos con un timbal caliente de gamba roja de la Marina rellena de setas con lágrimas de zumo de aceite de oliva virge y pipas tostadas. Soberbio plato de un sabor contundente que como no podía ser de otra forma, lo maridan con un vino blanco con crianza: Viña Lidón Crianza del 2004 (100% chardonay). Vino que nos dejará emocionados y que todos coincidiremos en pensar que es un vino que bien podría acompañar toda la cena sin ninguna excepción de platos. Tanto a Karoleta como a Quesoy les hace recordar otro vino blanco (de los pocos que han emocionado y encantado a Karoleta, bebedora sobre todo de tintos) Cometa de la bodega Planeta, un vino siciliano que degustaron en la inolvidable cena de Ca Sento maridada por Juan Ferrer de Enópata. Viña Lidón es un vino con cuerpo, con aromas de madera, con una nariz muy compleja en aromas y en boca un sabor intenso con notas de cuero, madera y frutos maduros. ¡Impresionante!.
Ahora le toca el turno a un lomo de bacalao fresco de Islandia con un ligero pilpil natural y espárrago verde. El pescado en su punto de cocción y el pilpil suave suave, con un ligero recuerdo del ajo, lo que hace un plato tremendamente digestivo. Viene acompañado con un vino tinto joven Martinez Bermell Merlot: vino bien estructurado pero que tiene la desventaja de ir justo detrás de uno inmenso por lo que pasa desapercibido en la cata. A estas alturas de cena, el apetito ya sólo es un recuerdo de algo que ocurría hace más de una hora.
Nos sirven Casa Don Ángel Malbec. Vino tinto que ya nos presentara Marina en la primera cena en La Bolera. Sigue siendo un vino sorprendente, de impecable hechura pero que después de Viña Lidón, ya nada será lo mismo. Karoleta vuelve sobre este blanco con alma de tinto (como bien apunta Quesoy) uno y otro plato. El malbec vendrá a maridar un plato de espagueti de tinta de chipirón de playa con emperador y salsa marinera de la bahía con gambas. Un plato sabroso con intenso sabor a mar, bien integrados los sabores haciendo una buena armonía en cada bocado.
Es el turno del plato de carne: carrilleras de ternera en cocción lenta a baja temperatura (nos explica el chef que han estado cociendo durante 36 horas) en su propio jugo con chufas de Alboraya y reducción de chufas. Plato original, con una innovadora compañía de dados de horchata donde la carrillada se eleva a un nivel de excelencia por su suavidad, su ternura. Lo lamentable es que ya los estómagos agradecidos no soportan más comida (y aún faltan los postres y los chocolates). Viene con un vino tinto 100% bobal: Casa Don Angel bobal (vino tremendo, como tremenda es su variedad de uva: robusto, contundente, que acaba con todo lo que pilla por delante...volvamos a Viña Lidón...¡qué bien se comporta!. Según pasa la cena, y como hacen sus amigos, los buenos tintos, aún está más delicioso.
Como postres una sinfonía de la tierra: postre del chef 'todo chufa' en sus diferentes texturas. Un helado, una torrija de horchata y una crema, como no, de horchata. El helado nos recuerda nuestros vasos veraniegos de horchata granizada. Postre fresco y muy de la tierra.
Ya como remate de cena y de copas que nos han ido rellenando según los gustos de cada comensal, nos presentan los chocolates: blanco, con leche, un excepcional Madagascar (negro y de correctisima amargor), de Ecuador y ya nos rendimos. Ni por curiosidad podemos continuar con pruebas chocolateras.
Quesoy remata la imponente cena con su consabido ristreto.
Tremenda cena que será recordada, además de por sus platos, por ese vino blanco con interior de tinto.
En Benetusser (Valencia). Camí Nou nº 1 TEl 963 751 011
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