29 de octubre de 2008. Mesón el Rebeco y Café Paris (Woody)

Esta noche vamos a un clásico dentro de los asadores de Valencia. Quesoy se encuentra con la dificultad de encontrar un restaurante cerca de la antigua discoteca Woody, hoy convertida en un café con actuaciones, porque este miércoles, además de la cena, tiene otra sorpresa.
Nos dirigimos a El Rebeco, asador de carne a la piedra. Al entrar vemos que el asador mantiene el formato de decoración de los asadores habituales: mucha madera, buenos expositores de vinos, buenos expositores de carnes y salones de grandes dimensiones.
Nos ubican en una mesa de no fumadores. Nuestra primera sorpresa es descubrir un pequeño anuncio dispuesto en cada una de las mesas informando de un vino de Ribera del Duero, Tarsus del 99. Un vino de clase media alta, que lo tienen en una oferta realmente apetitosa: han rebajado un tercio su precio en carta. Cuando preguntamos por esto, nos comentan que han conseguido una partida importante de botellas y pueden hacer la oferta porque les sale a cuenta. Así que decidido. Nuestro compañero de mesa será Tarsus: viene a una muy correcta temperatura dados los fríos que esta noche nos acompañan. El primer sorbo nos asusta: fuerte, astringente, con un grado amargo en punta de lengua...tanto que llegamos a dudar si tiene algún problema de corcho. Pese a que el corcho ha sufrido, se le nota por el color casi negro de la zona que ha estado en contacto con el vino llevan tiempo juntos (el vino y el corcho), no se detecta ninguna fisura ni tara en el corcho. Informamos de nuestras dudas y nos proponen decantarlo, airearlo y ver cómo se comporta. En efecto, cuando se le oxigena se vuelve algo más amable, algo más elegante. Con el tiempo, con el trascurso de la cena, se comportará como un vino rotundo, con carácter pero buen compañero, sin estridencias, perdiendo ese toque amargo y toda su astringencia inicial. Nos engancha.
Como entrante y dada la rotundidad del plato fuerte, nos inclinamos por unas anchoas. Nos sirven cuatro anchoas (que como observamos en carta y es la primera vez que lo leemos, explicitan que son medias anchoas. El lomo que estamos acostumbrados a nombrar como 'una anchoa' realmente es medio lomo de la anchoa. La anchoa como pescado, tiene dos lomos por lo que de cada anchoa salen dos lomos. A Karoleta le encanta esta aclaración) reposadas sobre un lecho de un excepcional aceite de oliva. Con el mareo con los problemas del vino y lo fan que es Karoleta de las anchoas y Quesoy que no se queda atrás, ambos se lanzan sobre el plato, las degustan, las saborean, las terminan, rebañan el plato y....¡Ohhhhh! ¡no hay foto!. Mmmmmm. Bueno, decir que son de las mejores anchoas que hemos comido en nuestras cenas de miércoles: esponjosas de buen tamaño, saladas como deben ser, pero con mucha mucha carne. Realmente una delicia de anchoas....tendremos que volver a fotografiarlas. Ojalá.
Como segundo hemos pedido un chuletón de buey para dos. Nos dicen si queremos que nos lo pasen algo por la plancha de cocina o nos lo traen crudo. Dada nuestro gusto por la carne poquísimo hecha, pedimos que nos lo traigan crudo. Traen una piedra humeante y una bandeja con un enorme chuletón trinchado en filetes y un plato repleto de patatas fritas y pimientos de Padrón. Quien nos atiende unta la piedra con grasa del propio chuletón y dispone sal gorda para poner sobre ella los distintos filetes. Nos deja esto dispuesto y nos pregunta si ya nos encargamos nosotros. Karoleta, que la tiene más cerca, se lanza a darles la vuelta y comenzar el festival. Carne jugosa, tierna, sabrosa y a nuestro punto de plancha. Nos inunda el éxtasis, nos hace sonreír y dado que la carne se enfría, nos deja mudos durante un buen rato. Damos cuenta de todo el chuletón. Ha sido un inmenso placer tomar esta excelente carne. Realmente fantástica.
Como detalle de la casa nos traen dos sorbetes de piña para aligerar el estómago y limpiar nuestras papilas.
Como postre nos apuntamos a una tarta de chocolate tipo sacher que la traen adornada con ¿chantilly? mmmmm Nooooooo ¡es nata! bien, bien y bien. La tarta de chocolate es de un chocolate intenso, negro, fuerte y el bizcocho interior sigue siendo chocolateado pero jugoso. Deliciosa, si señor.
Y esta vez Quesoy no termina con su consabido ristreto porque salimos rápidamente hacia el Café París. ¿Por qué las prisas? pues esta noche actúa Davíd Cabezas como monologuista, vendedor de cupones de la ONCE en Xirivella y conocido de Quesoy y que le había informado de esta actuación. Este si que fue un gran fin de miércoles: nos reímos hasta dolernos la mandíbula. Felicidades Davíd, ha sido un placer verte actuar. Mientras disfrutábamos con su actuación, nos tomamos un digestivo porque el chuletón estaba presente en nuestras vidas más aún en nuestros estómagos: un gintonic con ginebra Tanqueray. Correcto y sin florituras.
Muy buena cena y muy buen espectáculo.

Mesón el Rebeco. En Valencia c/ Hist. Caudio Sánchez Albornoz nº 7. Tel 963 693 866
Café París ( Woody ). En Valencia C/ Menéndez y Pelayo nº 25. Tel 963 618 551

22 de octubre de 2008. La Pitanza (bis)

¡Como son las cosas¡, aunque pueda parecerlo, no nos hemos equivocado de día... tampoco vamos a hacer de este mes, un monográfico de La Pitanza, como fue el de las tabernas andaluzas, simplemente ha surgido así. Quedamos con Hugo Mira, el dueño de la Pitanza, para tomarnos un vino en su local, conocernos en persona y compartir nuestras humildes opiniones sobre el sector, el barrio y como no, de La Pitanza.
Después del vino, tocaba otro local para cenar, a cargo de Quesoy, pero no pudo ser. Nos estaba esperando junto a su equipo: Hugo y su novia Soraya, su madre Amparo, al mando de los fogones y el personal encargado de atender las mesas. Puestas así las cosas degustamos una primera copa de vino. Un Ribera del Duero, Martín Verdugo del 2005 potente, de excelente sabor, intenso, con buena persistencia. Nos dedicamos a paladearlo y a comentar la cena del miércoles pasado, cómo surgió nuestras cenas de los miércoles y un poco de todo, nos dejaron junto a las copas un gran plato de yuca o mandioca recién fritita. La acogimos con agrado porque siempre apetece picar alguna cosa mientras se toma un vino.
Como por arte de mágia, vino una bandeja con unos montaditos de foie con una deliciosa confitura de higos, que Amparo nos comenta que es casera, hecha por ella. Cómo no, fueron degustados por todos los presentes con gran agrado. Y seguimos la plática, que si los vinos, que si la vida, que si la crisis (a esto le dedicamos un gran espacio de tiempo, de cómo los locales están haciendo el esfuerzo de sobrellevarla: ellos lo están haciendo con su menú nocturno pero están abiertos a sugerencias...pensaremos o, por qué no, estamos abiertos a que vosotros, usuarios como nosotros de los restaurantes, digais qué se os ocurre que podrían hacer y que, claro está, fuera viable el hacerlo. Se abre el buzón de sugerencias) y acude a nuestro encuentro una bandeja con unas impresionantes albóndigas de bacalao: jugosas, tiernas, suaves...todo un placer. Creo que a estas alturas ya se ha abierto la segunda botella: un tinto alicantino, Beryna de las bodegas Bernabé Navarro, joven pero de tremendo y sabroso sabor, un placer...y aún más se nos aligera las ideas.
A estas alturas, ya hablamos de recetas, de los arroces de Amparo, de la promesa de volver un almediodía para probar su fantástico arroz en 'fesols y naps', previo encargo, y los diferentes locales de la zona, de su filosofía gastronómica. Y llegan unos montaditos de roast beef bien condimentados de pimienta que, aunque sin comentarlo en situ, nos hace recordarlo al final de la velada. Una delicia. Creemos que todo lo degustado son entrantes de la carta aunque Karoleta no los recuerda como tales ¿serán novedades? ¿los pondrán en carta?...votamos por este roast beef, también por las albondigas de bacalao, porque el foie seguro está en carta.
Ahora ya sabemos que no vamos a acudir a la cena de los miércoles al uso, dado que ya no estamos en condiciones de iniciar una cena: ni por apetito ni por cantidad de vino ingerido. Y como ven nuestra 'derrota' deciden rematarnos con un impresionante fin de fiesta: un surtido de postres. Allí encontramos una crepe rellena de crema y bañada de chocolate bastante negro, por cierto, un excelente pastel de queso, al cual no bañan en confitura y permite notar el sabor del queso en toda su expresión, el excepcional brownie con muchos frutos secos y muy pero que muy esponjoso y bañado de mucho chocolate tibio y negro, muy negro y dos bolas de helado que hacen su gran contraste con el resto de postres. Una de helado de violetas (delicioso y de sabor a los antiguos caramelos de violetas) y otro de lima (fresco y que limpia las papilas de todos los dulces). Para acompañarlos abren una botella de Carlota Suria, un cava de las bodegas de Pago de Tharsys, un brut nature de correcta acidez y que hace las delicias de todos los presentes.
Rematan la cena con el consabido ristretto de Quesoy, el cual sirven sin ningún problema y se disculpan porque se les ha terminado el Jack Daniel's para el vaquerito de Karoleta.
Agradecemos los detalles de los que hemos sido objeto.

15 de octubre de 2008. La Pitanza

Este miércoles volvemos al barrio del Carmen. Vamos a un local que ya nos habían recomendado, tanto a Karoleta (gracias Carmen, gracias Rosa) como a Quesoy. Hasta el propio dueño, Hugo Mira, nos había lanzado el guante de acudir a su local. Claro está, le contestamos que si, que iríamos pero siguiendo nuestro modus operandi, sin avisar y así lo hacemos esta noche. Y como vamos sin previo aviso, Hugo ni se encuentra esta noche (nos enteramos de esto cuando preguntamos por él una vez pagada la cena).
El local está en pleno barrio, cerca de la plaza del Tossal. Es un local moderno, funcional, bonito y acogedor. El comedor está en la planta superior. Hoy Quesoy se le ha complicado la llegada a la hora, por lo que Karoleta acude sola al restaurante a esperar a Quesoy. Mientras lo hace se pide un vino blanco: un chardonay de Enrique Mendoza, un correctísimo chardonay que viene bien frío, delicado, con ese toque de frutas tropicales un poquito ácidas que tiene el chardonay acompañado de unos variantes. Así la espera se hace más llevadera.
Una vez con Quesoy ya llegado, deciden probar el menú nocturno: una combinación de tres entrantes para compartir y un plato fuerte para cada uno de los comensales, así como una selección de postres. Es una fórmula que han creado para pasar estos tiempos de crisis.
Para beber nos inclinamos por un Ribera del Duero del 2004, Valtravieso: un tinto potente, juguetón, con fuerte regusto a madera. Nos encanta y suponemos que se amansará durante la cena. No nos defrauda.
Mientras esperamos la cena, nos traen un detalle: dos chupitos de gazpacho con un refrescante sabor a pepino que nos terminamos hasta la última gota. Para cenar y como entrantes, nos sirven un surtido de ibéricos con pan horneado y tomate preparado ( con una especie de morcón 'achorizado' impresionante, muy buen chorizo y salchichón, y una excelente creemos que cecina. Buen plato y buen comienzo), unos rollitos de berenjena (rellenos con verduras y con una reducción de vinagre de módena. Es un bocado intenso, de excelente sabor, con un buen toque de acidez debido a la reducción) y una ensalada tibia de espinacas (con queso fresco, frutos secos y crujiente de jamón. Magnífica ensalada con una buena integración de sabores). Como platos fuertes nos inclinamos por dos de carne: un secreto acompañado de compota de manzana, de buena hechura, medio tostados pero jugosos y bien aderezados de sal y pimienta. Plato rico rico que pierde puestos ante el sabor tan rotundo del otro plato fuerte: magret de pato con peras al vino tinto, jugoso, tierno, de soberbia hechura con el juego de sabores con la pera que se complementan a la perfección. Realmente delicioso.
Como postres nos ponen, para compartir, un trozo de pastel de queso (tremendo pastel de queso con un solo pero, que la mermelada de frutos rojos, se comía bastante el sabor delicioso del queso) y unos trozos de brownie bañados en chocolate negro tibio y láminas de almendras (¡dios mio! impresionante, con un chocolate negro sin complejos: negro, negro, amargo, fantástico). Rebañamos el plato hasta que nos lo retiran.
Quesoy remata la cena con su consabido ristreto que es entendido sin necesidad de explicaciones. Nos apuntan la posibilidad de tomar algún digestivo así que Quesoy se inclina por una mistela de Teulada de uvas tintas, rica de verdad, y Karoleta por un orujo de hierbas, como siempre impecable.
Buena cena, si señor.

En Valencia, c/ Quart nº 5 Tel 963 910 927

8 de octubre de 2008. La Sushería de Colón

Hace días recibimos un mail donde se nos comentaba, sabiendo que era salirnos de nuestro modus operandi, que estarían encantados de vernos por su local e invitarnos a probar algunas de sus especialidades. Como esto ya lo habíamos hecho cuando asistimos a la inauguración de la taberna de la Bona Cuina el 30 de abril de 2008 y dado que la sushería pertenece a los mismo dueños del antiguo Harajuku al cual fuimos el 6 de diciembre de 2006, pensamos que tampoco nos íbamos tanto de nuestro modus operandi de el miercolestoca.
Con todo esto, nos presentamos en el local donde fuimos recibidos por Jose Luis Colvee , que junto a Arturo Blanch, son los dueños de este local dentro del antiguo Mercado de Colón. Nos sentamos en una mesa bien iluminada y pensábamos probar alguna cosa y marcharnos a nuestra cena de miércoles en otro local. Cual no sería nuestra sorpresa que desfilaron tantos de los platos especiales de que disponen que nos fue imposible seguir con nuestro plan.
Pero vamos a lo importante: la cena de el miércoles. Destacar que en apenas 12 metros cuadrados, Kazumi y Margarita, ambos en la cocina, se apañan para elaborar todo el proceso de cualquiera de los platos de que disponen. Todo está ordenado al milímetro, todo perfectamente orquestado: montar los makis, cortarlos, montar los platos, aderezar las ensaladas, usar la freidora, la plancha. Es un gozo verles.
Nos indican que tienen un vino ideal para el sushi: Oroya de Tierras de Castilla del 2007. Un vino blanco de las bodegas Freixenet, que saltándonos la polémica sobre si han elaborado dos, de si uno es argentino bla bla bla, este que tomamos es el elaborado en La Mancha con uvas airen, macabeo y moscatel de alejandría. Un vino blanco suave, afrutado, con notas que nos recuerda a gewustraminer, equilibrado, sin acidez para no entrar en conflicto con la suavidad de la comida japonesa, ni pretende tomar las riendas de los sabores. Lo traen bien frío y en una cubitera.
El desfile de platos comienza con un tartar de atún: bien ensamblado, con un atún bien marinado y un toque picante que hace las delicias de Karoleta y Quesoy. Viene acompañado de una ensalada Harajukup: ensalada con hojas de roble y lollo rojo, con virutas de jamón, también de mousse de oca, crema de queso y aderezada con una vinagreta de higos que hace de la ensalada un delicioso plato. Mientras vamos cenando, Marina, la persona que nos atiende, está pendiente de que nuestros vasos para el vino (del estilo de copas sin pie) estén siempre provistos.
Vemos en una pizarra de anuncio que hay una oferta por 2€ de una cerveza y una 'tapa japonesa'. Vendremos una mañana para averiguar qué tal las tapas japonesas.
Nos trae una bandeja con Nigiri Sushi variados para que probemos: lo hay de sake (salmón), de unagui (anguila), ikura (huevas de salmón) y de hamichi (dorada). Todos deliciosos, sabrosos y con el arroz en su punto de textura y de dulzor. Por decir un pero, encontramos la salsa de soja algo salada. Al comentarlo con Marina, nos afirma que ya han protestado al distribuidor porque alguna de las partidas la notan algo subida de sabor (buen detalle que acepten los comentarios in situ). Cuando ya comenzábamos a flaquear, acude Marina con Margarita (la cocinera) para presentarnos un bandeja de Futomaki Uranaki diversos: los hay dinamita (que enloquecen a Quesoy), ebi salmón, una muestra de maki tekkamati roll (los favoritos de Karoleta) y unos sorprendentes akai roll (unos makis tempurizados que conquistan totalmente a Karoleta). A estas alturas ya nos mirábamos sabiendo que íbamos a ser incapaces de tomar nada más para cenar. Nos preguntan si nos apetece probar algo más, a lo que nos negamos por saciedad y Marina se decanta por servirnos una fuente con dos postres para que los degustemos: una correcta tarta de queso con arándanos y un exquisito tiramisú de la abuela con un intenso sabor a café y a crema de queso (bueno,bueno y bueno).
Quesoy remata la cena con su consabido ristreto que debe comentar que es un café muy corto y Karoleta le acompaña con todo un vaquero, un enorme cowboy de Jack Daniel's.

En Valencia, Mercado de Colón puesto nº 5 Tel 963 527 551

1 de octubre de 2008. Pub Office

Esta noche volvemos al barrio de Ruzafa a celebrar una de nuestras cenas de miércoles.

En este local hemos estado varias veces pero tomando un vino y, sobre todo, realizando la exposición de elmiercolestoca el 3 de julio de este año. Así que es un local al que le tenemos cariño pero hemos ido siguiendo nuestro modus operandi, es decir, sin avisar de nuestras intenciones lo que ha hecho que el dueño del local, Luis, ni estuviera ¡bien!.
Pero antes de continuar con nuestra cena, queremos comentar que Pilar Ridaura, dueña de la Taberna El Encuentro nos ha escrito para comentarnos una novedad en su local: a petición de los clientes han instalado conexión wifi en todo el local. Aunque comenta no estar muy de acuerdo con comer y trabajar, es una demanda bastante habitual en estos tiempos, sobre todo, entre semana. También nos comenta estar manteniendo la calidad de su materia prima, cosa harto dificil en la época que vivimos. Gracias por tenernos al día.
Y sigamos con nuestra cena. Llegamos al local, y quienes estuvisteis en la exposición poco debemos deciros. Para los que no estuvisteis, el local es pequeño, lleno de luz, con un fondo con plantas que lo convierte en una zona muy agradable.
Nos situamos en una mesa con sillas porque Karoleta no le apetece estar en uno de los sillones. Leemos detenidamente la carta. Son entrantes fríos: tablas, ensaladas y platos de picar. Con la bebida no tenemos problema: estamos en una época de crisis y han decidido que quien cene en el local, el cava corre por cuenta de la casa. Así que nos sumamos a la oferta. Emile, quien amablemente nos atiende, nos trae una botella de Dominio de la Vega, brut, dentro de una cubitera con hielo y perfectamente enfriada. Si que trae dos copas pompadour, de la forma antigua, que ya hace años que se descartan como las copas para tomar champagne. Hace las delicias de Karoleta, porque le encantan, pero no así a Quesoy que prefiere las actuales. Mientras esperamos lo pedido para cenar, nos traen un generoso cuenco lleno de deliciosas aceitunas partidas, de las que Quesoy da buena cuenta.
Como cena nos decidimos por: una tabla de salazones (el salazón es la mojama porque todo lo demás son mariscos en conserva: mejillones, berberechos, machas. También hay unos boquerones realmente deliciosos y unos trozos de ventresca muy sabrosa. Y algo de pulpo. Una tabla contundente con mezcla de sabores), una tabla de ibéricos (un buen salchichón, chorizo, longaniza de varios tipos, queso curado, unos trocitos de paté y un jamón muy respetable de sabor), unas anchoas con pimiento morrón (que pese a ser anchoas en conserva, están en un excelente punto de salazón y con una textura muy esponjosa. Buenas de verdad) y queso camembert con confitura de frambuesa (cual no será nuestra sorpresa cuando lo vemos entero. Por lo que pasará a ser nuestro postre porque terminamos verdaderamente ahítos con él. Eso si, viene ligeramente atemperado por lo que está mucho más cremoso de lo que suele y con un sabor más intenso debido a esto mismo). Y con él llegamos al final de la cena, a duras penas, sin atrevernos a pedir un postre de los que hemos leído... Karoleta se queda con el deseo, que no las ganas, de probar la tarta de chocolate con café. Otro día será.
Quesoy remata la cena con su consabido ristreto, el cual se toma tan rápido que no le da ni tiempo de fotografiarlo. Ains!. Karoleta le acompaña con un vaquerito de Jack Daniel's.

En Valencia C/ Cádiz nº47 Tel 627 515 045