9 de julio de 2014. Arroz y cia. C/ Conde Altea, 9 tf: 963353849

Especialidad Del local: arroces y tapas
Ambiente: informal
Plato que no te puedes perder: sardina ahumada del Cantábrico sobre pisto de ventresca
Nos sirvieron todo lo que pedimos de la carta: No tenían chuletón de buey
1 Ingredientes reconocibles:9
2 Saludable:6
3 Emplatado y Decoración:7
4 raciones generosas: 6
5 Cocina regional: No
6 Tecnología punta: no
7 Sabroso:7
8 Equilibrio:7
9 Vajilla y cristalería:7
10 Relación calidad-precio: 7
Puntuación EMT 56 sobre 80
Puntuación PIG 2 



Una noche más estamos en el distrito de L'Eixample, en el barrio de La Gran Vía. Buscamos un local que ya lleva varios años abierto y está especializado en arroces pero también tiene platos interesantes de picar y de carne.
El local, y en esta noche de la semana, no está lleno (alguna mesa ocupada). Nos ubican en una mesa en el fondo del local. Nos dejan leyendo las cartas.
Pedimos el vino: Legaris Roble. Un vino de Ribera del Duero goloso, con buena persistencia, potente que se vuelve más amable según pasa la cena. Nuestra sorpresa es que no tienen chuletón de buey (por él fue la elección del vino) pero no nos amilanamos. Continuamos con la elección del vino y cambiamos nuestro menú.
Sardinas ahumadas del cantábrico sobre pisto de ventresca: me remontó a la infancia, a cuando mi tía María me preparaba un pequeño bocadillo de atún, tomate y pimiento morrón...¡qué rico estaba y con qué gusto me lo comía!. Me encantó la tapa, no sólo por mi recuerdo, ni porque haya sido premiada en el 2013, sino porque estaba francamente buena. 
Anchoas: poco hechas, algo crudas, muy saladas pero nos encantaron.
Croquetas de rodaballo y gambas: algo densas pero somos muy fanáticos de las croquetas.
Tellinas: vienen con bastante arena y como si estuvieran hechas al vapor. Lo comentamos y nos las retiran y nos proponen alguna otra tapa (tampoco nos las cobran).
Navajas: francamente buenas aunque me sale una con algo de arena y dejo de comerlas (tengo verdadera aversión a la sensación de arena en la boca...qué le vamos a hacer).
Langostinos en tempura y salsa de quesos: la idea es muy buena. Los langostinos están crujientes, ricos y jugar con la salsa de queso los hace más entretenidos.
Como nos hemos quedado sin carne, ya que el chuleton aparece en la carta a buen precio pero no les queda, pedimos dos postres: crepe de chocolate y helado de vainilla (un clásico pero ¡mira que está bueno!) y un coulant de chocolate.
Quesoy remata la cena con su consabido ristreto mientras yo me deleito con un bourbon con hielo. Buen fin de cena.

25 de junio de 3014. Alma del Temple C/ Almirante, 14 Tf: 963155287

Especialidad Del local: cocina de mercado con toques de autor
Ambiente: restaurante formal
Plato que no te puedes perder: cochinillo crujiente
Nos sirvieron todo lo que pedimos de la carta: el menú era cerrado y dentro de Valencia Cuina Oberta. Lo que no nos sirvieron era el vino Koonunga Hill (un vino australiano que no tenían porque están cambiando la carta de vinos).
1 Ingredientes reconocibles: 9
2 Saludable: 9
3 Emplatado y Decoración: 8
4 raciones generosas: 8
5 Cocina regional: No
6 Tecnología punta: no
7 Sabroso: 8
8 Equilibrio: 8
9 Vajilla y cristalería: 8
10 Relación calidad-precio: 9
Puntuación EMT 67 Sobre 80
Puntuación PIG 3 


Estamos en plena semana de Valencia Cuina Oberta y una vez más vamos a cenar con el menú que propone un local. Estuvimos en este local cuando estaba ocupado por Ricard Camarena con su restaurante Arrop. Ahora estamos en el Alma del Temple, en el distrito Ciutat Vella, en el barrio de la Xerea. El local sigue siendo (cómo no) precioso, con el trozo de muralla en una de las paredes del local.
Nos dirigen a nuestra mesa, nos dejan con la carta de vinos y nos ofrecen un aperitivo que descartamos. Queremos ir directamente al vino. Elegimos un vino australiano que no tienen. Después de revisar la cava, acuden a nuestra mesa y nos informan que al estar cambiando la carta de vinos, hay algunas reseñas que no tienen. Elegimos entonces un vino chileno, Casa  Silva Carmenere Reserva, vino aromático, con toques de especias. Goloso y fácil de beber, amable y con buena persistencia. Nos gusta mucho. Pedimos que nos lo enfríen algo más. Pese a que la temperatura es muy correcta, hace una noche tan pesada que preferimos que esté más frío y que se caliente en nuestras copas.
Vamos a la cena. Para comenzar tenemos un aperitivo del chef que esta noche consiste en un chupito de crema de piquillo con espuma de lichi y aceite de perejil. Francamente bueno y en su justa medida (tal vez, más cantidad podría hacer pesado el sabor del pimiento de piquillo pero está rico de verdad).
Como entrantes tenemos un tomate valenciano (cortado en trozos demasiado grandes), helado de salmorejo, semimojama de bonito casera y aceitunas en texturas. Plato correcto.
Pulpo ibérico a la parrilla sobre patata rustida con albahaca y pistacho. El pulpo estaba delicioso: tierno, sabroso...la patata no tanto. Creemos que unas humildes patatas revolconas hubieran sido un acierto.
Un plato principal de pescado: tataki de atún rojo, humus de habas y salsa hoisin. El atún estaba impresionante, el juego que daba el mezclarlo con el humus y la salsa, nos hizo disfrutar de este plato hasta el final.
El plato principal de carne: cochinillo crujiente de 36 horas. Sin palabras: tierno, sabroso, con la piel super crujiente. Nos hizo tocar el cielo con los dedos... bueno, con la piel crujiente. Plato impresionante.
Como postres: cheescake con helado de coco. 
Este postre es para volverse golosos. No muy dulce, con texturas, con un cheescake delicioso, un helado con potente sabor a coco. Plato redondo, redondo, redondo. Nos enamoró. No hay que perderselo.
El siguiente postre fue chocolatá y buñuelos de calabaza asada. La idea es buena pero el trozo de calabaza asada era tan grande que se comía el sabor de buñuelo (deben estar los dos sabores, en equilibrio) y el chocolate le faltaba cacao....más fuerza, mayor potencia para que compitiera con el buñuelo. 
Quesoy remató la cena con su consabido ristreto (volvemos a las buenas costumbres) mientras apuro las últimas gotas de vino de mi copa.