16 de abril de 2008. El Pouet Restaurante

Una noche más nos perdemos. Estamos en la barrio de Campanar, en la zona del Hospital 9 de Octubre, zona nueva con calles y fincas muy parecidas. Después de dar varias vueltas a la misma manzana, llegamos a nuestro destino.
El de esta noche, es un restaurante que nos han sugerido. Gracias Davíd.
Es el primero que abrió las puertas en esta zona y que provocó que otros también se decidieran a hacerlo. Al entrar, se observa que es un restaurante de toda la vida: sin adornos excesivos, ni minimalista. Tiene amplias mesas (pocas) bien vestidas, con una excelente luz y una pequeña barra cargada con todos los vinos de la comunidad valenciana y algún otro.
Nos traen una sola carta la cual entrega a Quesoy (menos mal que le toca pedir la cena...así que Karoleta se dispone a disfrutar) y quien nos atiende nos comenta que también hay algunos productos fuera de carta. Lo primero el vino...de esa única carta Quesoy elige un Ribera del Duero: Áster Reserva del 2000. La primera botella viene con un corcho defectuoso que al intentar sacarlo, se fracciona por la mitad. Sin mayor problema, acude a por una segunda botella comentando que el corcho de la primera ya se veía que iba a dar problemas. Esta segunda, se deja descorchar sin oposición ninguna. Eso si, como todos los miércoles, quien prueba el vino es Karoleta. Es un vino adulto, tranquilo donde los matices se han conjuntado en perfecta armonía, sin picos ni estridencias, y ha adquirido un sabor profundo, aromático, con un paso largo y muy buena persistencia. Es elegido porque la cena de hoy es complicada y acompañarla se requiere todo un vino asentado, un señor vino. Buena elección. Pedimos que nos la decanten para que se airee.
Como cena pedimos, como entrantes unos montaditos de queso de cabra con anchoa (rebanadas de queso de cabra con una loncha de buen tomate y coronados con una anchoa de buena conserva. Entrante contundente acompañado de buen aceite de oliva, que nos hace mojar el pan, y unas enormes táperas) y unas cigalitas frescas de la playa, que vienen fritas con ajetes y pasas (en su punto, deliciosas y muy muy frescas. ¡Fantásticas! Consiguen que mojemos pan y casi que nos chupemos los dedos). Como segundos: un foie fresco a la plancha sobre un lecho de confitura de tomate (¡¡Ohhhhhhh!! viene en su punto de plancha, dorado por fuera y crudo por dentro que junto a la confitura de tomate convierte los bocados de pan tostado en bocados exquisitos. Un pecado...si señor...un pecado) y una carrillada en salsa de verduras (¡dios mio! el pecado anterior y el bocado celestial de ahora ¿con cual quedarse?. Una generosa ración de carrillada de ternera super tierna, jugosa acompañada por una espesa salsa de verduras y setas que le confiere un tono ácido fantástico). Ambos platos vienen acompañados con patatas paja que nos hacen recrearnos con las salsas de ambos platos cuando las proteínas ya han desaparecido de ellos.
Y llegamos a los postres, los cuales nos canta y nos decidimos por una pirámide de chocolate: una pirámide con una escasísima base de bizcocho (¡bien!) de trufa muy chocolateada y regada de un buen chocolate negro tibio que hace las delicias de ambos, sobre todo de Karoleta la chocolatera. Esta es la noche de los pecados...
Para rematar la cena, Quesoy pide su ristreto de todos los miércoles el cual debe explicar que es un café corto, muy corto y muy cargado. Nos invitan a unos orujos de hierbas para hacer la digestión de tan suculenta cena.

En Valencia, c/ Jorge Comín 6. Tel 96 3173529

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