Nos dirigimos a un local moderno, funcional, decorado en tonos claros lo que lo hace ciertamente acogedor y fresco, con buena disposición entre mesas.
Después de haber echado un vistazo a la carta nos dimos cuenta que casi nos gustaría probarlo todo, cosa bastante improbable. Nuestras dudas comenzaron en la elección del vino que queríamos como compañero de mesa: ¿un Ribera del Duero? ¿uno de tierras de Castilla la Mancha?...Pese a que la carta no es excesivamente extensa, nos encontramos con conocidos que nos volvería a apetecer que nos acompañaran y otros desconocidos que nos gustaría conocer. Tremendo dilema. Al final gana nuestra curiosidad: nos inclinamos por uno de Castilla la Mancha, Pago de Florentino, un vino elaborado por una uva desconocida para nosotros (cencibel) que le profiere al vino un gusto afrutado, delicado, y este se comporta expresándose con gran cremosidad, un paso largo y con buena persistencia (el primer trago nos recuerda a los vinos con botritis, con un toque dulce. Toque que pierde en un segundo trago y se queda en un buen regusto afrutado pero de frutas y suaves especias). Un excelente compañero de mesa del cual tomamos muy buena nota.
Como entrantes y después de mucho deliberar nos inclinamos por pedir una buena cantidad de ellos: calamarcitos gustosos (calamares minúsculos rellenos de setas y acompañados de salsa romescu. ¡¡fantásticos!!), unos canelones de ibéricos y para probar, milhojas de patatas a lo pobre (los canelones elaborados con calabacín y una bechamel con trufa que los hizo casi los mejores de la noche. El milhojas de patata acompañado con el jamón, algo de foie gras y un huevo de codorniz. Buen plato pero frente a los canelones, perdía algo de contundencia).
Como segundos nos inclinamos por una carrillada de buey (de contundente sabor, con reducción de PX y acompañada de una torta de patatas a lo pobre y un helado de setas. Pese a que la carrillada estaba algo al dente, el plato fue una delicia) y un confit de pato (que en vez de acompañarlo con cuscús vino con unas verduras que aligeraron el plato. El confit estaba jugoso, muy en su punto y deliciosamente adobado).
Con los postres volvemos a dudar: ¡los queremos probar todos! pero una vez más, la dedicación de Karoleta por el chocolate hace que nuestros postres sean un tatin de manzana (fantástico, delicioso, poco dulce, en su punto) y un coulant de chocolate acompañado con helado de mango (¡¡¡bien, bien y bien!!! chocolate negro, tibio y que con el contraste del helado de mango se convertía en un bocado angelical. ¡Extraordinario!.
Como siempre, la cena fue rematada con un café que al no tener ristreto, fue un expreso corto y dado que no fue lo solicitado, fuimos invitados.
Gracias por la buena cena y gracias por el detalle.
Después de haber echado un vistazo a la carta nos dimos cuenta que casi nos gustaría probarlo todo, cosa bastante improbable. Nuestras dudas comenzaron en la elección del vino que queríamos como compañero de mesa: ¿un Ribera del Duero? ¿uno de tierras de Castilla la Mancha?...Pese a que la carta no es excesivamente extensa, nos encontramos con conocidos que nos volvería a apetecer que nos acompañaran y otros desconocidos que nos gustaría conocer. Tremendo dilema. Al final gana nuestra curiosidad: nos inclinamos por uno de Castilla la Mancha, Pago de Florentino, un vino elaborado por una uva desconocida para nosotros (cencibel) que le profiere al vino un gusto afrutado, delicado, y este se comporta expresándose con gran cremosidad, un paso largo y con buena persistencia (el primer trago nos recuerda a los vinos con botritis, con un toque dulce. Toque que pierde en un segundo trago y se queda en un buen regusto afrutado pero de frutas y suaves especias). Un excelente compañero de mesa del cual tomamos muy buena nota.
Como entrantes y después de mucho deliberar nos inclinamos por pedir una buena cantidad de ellos: calamarcitos gustosos (calamares minúsculos rellenos de setas y acompañados de salsa romescu. ¡¡fantásticos!!), unos canelones de ibéricos y para probar, milhojas de patatas a lo pobre (los canelones elaborados con calabacín y una bechamel con trufa que los hizo casi los mejores de la noche. El milhojas de patata acompañado con el jamón, algo de foie gras y un huevo de codorniz. Buen plato pero frente a los canelones, perdía algo de contundencia).
Como segundos nos inclinamos por una carrillada de buey (de contundente sabor, con reducción de PX y acompañada de una torta de patatas a lo pobre y un helado de setas. Pese a que la carrillada estaba algo al dente, el plato fue una delicia) y un confit de pato (que en vez de acompañarlo con cuscús vino con unas verduras que aligeraron el plato. El confit estaba jugoso, muy en su punto y deliciosamente adobado).
Con los postres volvemos a dudar: ¡los queremos probar todos! pero una vez más, la dedicación de Karoleta por el chocolate hace que nuestros postres sean un tatin de manzana (fantástico, delicioso, poco dulce, en su punto) y un coulant de chocolate acompañado con helado de mango (¡¡¡bien, bien y bien!!! chocolate negro, tibio y que con el contraste del helado de mango se convertía en un bocado angelical. ¡Extraordinario!.
Como siempre, la cena fue rematada con un café que al no tener ristreto, fue un expreso corto y dado que no fue lo solicitado, fuimos invitados.
Gracias por la buena cena y gracias por el detalle.
En Valencia, c/ Ciscar nº 49. Telf: 96 3335059 y 653619528
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3 comentarios:
Aprovecho para saludar a Karoleta (que en la cepa vieja me dijo que enviara algún comentario) para deciros que la uva cencibel es la forma de llamar a la tempranillo en la Mancha y Utiel-Requena.
Por cierto, este restaurante tiene un menú a mediodía muy buen de precio.
Un saludo
Muchas gracias por tu comentario y por los saludos. Y aún más por la información: desconocíamos que la uva cencibel fuera como la llaman a la tempranillo en esa zona. Muchas gracias.
Fue una grata sorpresa este restaurante y volveremos a probar ese menú del que nos hablas.
¡A disfrutar!
Y si: he ido y comprobado el fantástico menú que tienen al mediodía (gracias Alfredo). Una ensalada de aguacate con vinagreta de cabrales, croquetas de pollo caseras al oporto (estupendas de verdad) y un arroz de setas y pato. Como postre un brownie blanco. Todo presentado de forma esmerada y con un delicioso sabor. Y si, a buen precio.
Karoleta
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