Esta noche nos vamos a buscar uno de los grandes de Valencia al distrito de Ciutat Vella, al barrio de La Seu: Chust Godoy. Gracias Natalia por haber inspirado la visita a este local.
Es una zona algo desangelada, solo animada por este restaurante y el hotel Ad Hoc, que tienen justo al lado, aunque su existencia, cercana a las Torres de Serranos de Valencia, es bien conocida por los amantes de la buena mesa.
Al entrar nos encontramos con un acogedor local, bien decorado, con mesas de excepcional tamaño y muy bien vestidas, con una distancia entre ellas inmejorable, es de destacar que posee tambien un pequeño comedor y una estancia privada con mesa imperial permanente montada, en el primer piso. Esta noche elegimos mesa en el local, como viene ocurriendo los últimos miércoles, dado que compartimos las instalaciones solo con una familia de ingleses que ya se encuentran degustando una opípara cena.
Seguidamente nos traen las cartas. El ambiente es rotundamente familiar, nos atiende Christian, hijo de Carmen (también encargada de la sala y de parte de la cocina) y de Vicente, un excepcional chef que da vida a los fogones.
Después de leer la carta de vinos, nos inclinamos por un Marboré, un vino Somontano, del 2003: aromático, rotundo, impertinente por su rudeza pero que sabemos que se amansará en cuanto le demos tiempo, lo dejemos respirar y lo refresquemos algo más (pese a que viene a una más que correcta temperatura, pero es que hace mucho calor en Valencia), Christian nos lo decanta y lo zambulle en una cubitera con hielos para calmarlo un poco más, con lo que se convierte en un maravilloso compañero de mesa.
Mientras esperamos los platos nos traen un detalle de la casa: un chupito de gazpacho (que agradecemos) acompañado de un tartar de atún sobre un pan de gambas: ¡sabrosísimo!, nos hace pensar en una cena deliciosa. Seguidamente nos traen dos enormes panecillos caseros: uno como un brioche y otro más pan de pueblo, acompañados de buen aceite de oliva.
Como platos nos decantamos por, como entrantes: unas croquetas gourmet sobre una fondue de cebolla (como una salsa soubise, una bechamel con cebolla): fantásticas y gustosas croquetas caseras de ave que junto a su cama de salsa soubise se convierten en un delicado bocado y un capuccino de setas con huevo de corral y lámina de foie: plato de cuchara de una hechura complicada, llena de técnicas, cuyo resultado es una delicada crema de setas con un huevo poché en su punto, con una lámina de foie que se ha hecho con la temperatura de la crema (que está tibia, no caliente) y con una boina de espuma que nos hace recordar los capuccinos de café. Es un plato para nota, con el añadido de venir emplatado en dos medias raciones (tremendas medias raciones) ya que el plato es dificil de compartir.
Como plato fuerte pedimos un steak tartar el cual preparan en la cocina pero que nos permite oir el golpeteo del cuchillo desmenuzando el solomillo de buey. Antes de sacarlo emplatado, Carmen viene con un bocado del mismo, ya aliñado para saber si lo queríamos más condimentado. Karoleta es quien lo prueba y dado su amor por lo picante, y con el consentimiento de Quesoy, lo piden algo más 'subidito' de sabor. El resultado: emplatado en dos medias raciones viene un cubo de carne bien aliñada, bien triturada, que nos hace quedarnos sin palabras. Acompañado de unas rebanadas de pan tostado: no dejamos nada en el plato. Venía acompañado por un bol de ensalada de brotes tiernos con tomatitos cherry de nuevo bien adobada por un buen aceite de oliva y vinagre de módena que aligera el bocado rotundo que tiene el steak tartar. Nos encanta.
Y llegamos a los postres: un soberbio couland de chocolate (con mucho y cremoso y negro chocolate en su interior) acompañado por un helado de dulce de leche. Este plato nos derrota, está impresionante pero nuestros apetitos están satisfechos. Aún así, hacemos el esfuerzo y de nuevo el plato entra en cocina limpio, limpio.
Quesoy remata la cena con su consabido ristreto que viene realizado a la perfección. Karoleta pide un chupito de bourbon que viene en un vasito helado: rico rico.
Esta ha sido una excepcional cena.
1. Ingredientes reconocibles: 10
2. Saludable: 8
3. Emplatado y decoración: 9
4. Raciones generosas: 9
5, Cocina regional: No
6. Tecnología punta: Si
7. Sabroso: 9
8. Equilibrio: 8
9. Vajilla y cristalería: 9
10. Relación calidad-precio: 9
Puntuación total: 71 sobre 80
Excelente local para comidas-cenas de empresa, cenas íntimas y gentes que deseen disfrutar de la buena mesa.
Es una zona algo desangelada, solo animada por este restaurante y el hotel Ad Hoc, que tienen justo al lado, aunque su existencia, cercana a las Torres de Serranos de Valencia, es bien conocida por los amantes de la buena mesa.
Al entrar nos encontramos con un acogedor local, bien decorado, con mesas de excepcional tamaño y muy bien vestidas, con una distancia entre ellas inmejorable, es de destacar que posee tambien un pequeño comedor y una estancia privada con mesa imperial permanente montada, en el primer piso. Esta noche elegimos mesa en el local, como viene ocurriendo los últimos miércoles, dado que compartimos las instalaciones solo con una familia de ingleses que ya se encuentran degustando una opípara cena.
Seguidamente nos traen las cartas. El ambiente es rotundamente familiar, nos atiende Christian, hijo de Carmen (también encargada de la sala y de parte de la cocina) y de Vicente, un excepcional chef que da vida a los fogones.
Después de leer la carta de vinos, nos inclinamos por un Marboré, un vino Somontano, del 2003: aromático, rotundo, impertinente por su rudeza pero que sabemos que se amansará en cuanto le demos tiempo, lo dejemos respirar y lo refresquemos algo más (pese a que viene a una más que correcta temperatura, pero es que hace mucho calor en Valencia), Christian nos lo decanta y lo zambulle en una cubitera con hielos para calmarlo un poco más, con lo que se convierte en un maravilloso compañero de mesa.
Mientras esperamos los platos nos traen un detalle de la casa: un chupito de gazpacho (que agradecemos) acompañado de un tartar de atún sobre un pan de gambas: ¡sabrosísimo!, nos hace pensar en una cena deliciosa. Seguidamente nos traen dos enormes panecillos caseros: uno como un brioche y otro más pan de pueblo, acompañados de buen aceite de oliva.
Como platos nos decantamos por, como entrantes: unas croquetas gourmet sobre una fondue de cebolla (como una salsa soubise, una bechamel con cebolla): fantásticas y gustosas croquetas caseras de ave que junto a su cama de salsa soubise se convierten en un delicado bocado y un capuccino de setas con huevo de corral y lámina de foie: plato de cuchara de una hechura complicada, llena de técnicas, cuyo resultado es una delicada crema de setas con un huevo poché en su punto, con una lámina de foie que se ha hecho con la temperatura de la crema (que está tibia, no caliente) y con una boina de espuma que nos hace recordar los capuccinos de café. Es un plato para nota, con el añadido de venir emplatado en dos medias raciones (tremendas medias raciones) ya que el plato es dificil de compartir.
Como plato fuerte pedimos un steak tartar el cual preparan en la cocina pero que nos permite oir el golpeteo del cuchillo desmenuzando el solomillo de buey. Antes de sacarlo emplatado, Carmen viene con un bocado del mismo, ya aliñado para saber si lo queríamos más condimentado. Karoleta es quien lo prueba y dado su amor por lo picante, y con el consentimiento de Quesoy, lo piden algo más 'subidito' de sabor. El resultado: emplatado en dos medias raciones viene un cubo de carne bien aliñada, bien triturada, que nos hace quedarnos sin palabras. Acompañado de unas rebanadas de pan tostado: no dejamos nada en el plato. Venía acompañado por un bol de ensalada de brotes tiernos con tomatitos cherry de nuevo bien adobada por un buen aceite de oliva y vinagre de módena que aligera el bocado rotundo que tiene el steak tartar. Nos encanta.
Y llegamos a los postres: un soberbio couland de chocolate (con mucho y cremoso y negro chocolate en su interior) acompañado por un helado de dulce de leche. Este plato nos derrota, está impresionante pero nuestros apetitos están satisfechos. Aún así, hacemos el esfuerzo y de nuevo el plato entra en cocina limpio, limpio.
Quesoy remata la cena con su consabido ristreto que viene realizado a la perfección. Karoleta pide un chupito de bourbon que viene en un vasito helado: rico rico.
Esta ha sido una excepcional cena.
1. Ingredientes reconocibles: 10
2. Saludable: 8
3. Emplatado y decoración: 9
4. Raciones generosas: 9
5, Cocina regional: No
6. Tecnología punta: Si
7. Sabroso: 9
8. Equilibrio: 8
9. Vajilla y cristalería: 9
10. Relación calidad-precio: 9
Puntuación total: 71 sobre 80
Excelente local para comidas-cenas de empresa, cenas íntimas y gentes que deseen disfrutar de la buena mesa.
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