Esta noche de miércoles nos vamos al barrio de quatre carreres. Vamos tras la pista de un cocinero pero sin saber el nombre del restaurante. Después de una pasada de ida y otra de vuelta a la avenida de Francia con sus consabidas vueltas a El Parotet, y sin encontrar el restaurante, Quesoy decide acudir al plan B.
Entramos en uno de los primeros restaurantes que se asentaron en esta avenida. Elegante con mesas bien vestidas y buena disposición entre ellas.
Nos traen las cartas y comienza la lectura. La carta de vinos es bastante amplia y con una buena selección de vinos. Pese a haber encontrado más de uno apetecible, esta noche nos sentimos intrépidos. Así que preguntamos si tienen vinos fuera de carta. Y si, los tienen. Nos comentan varios pero hay uno que su nombre nos gusta. Pedimos ver la botella y al ver el nombre en relieve y la firma del bodeguero (una firma presente, grande y en mayúsculas), nos lo adjudicamos, será el invitado de esta noche. Oscar Tobía: un rioja 100% tempranillo, reserva del 2003. No está a temperatura, así que lo primero es enfriarlo. Nos volvemos a encontrar con el protocolo de envinado de las copas, protocolo que ya echábamos de menos. Cuando se lo dan a probar a Karoleta: ¡dios! por donde pasa la deja sin saliva. No nos termina de gustar...tal vez necesite oxigenarse y tranquilizarse. Pedimos que nos lo decante. Le damos tiempo, de hecho le damos todo el primer entrante que comemos sin vino...un delicioso carpaccio de langostinos con una teja de parmesano y una exquisita vinagreta (¡nos encanta hasta sin vino!) en la que mojamos panecillos que nos han traído recién horneados. Nos gusta tanto la vinagreta que al ensalzarla a quien nos atiende, tiene la amabilidad de descubrirnos sus ingredientes (y Karoleta ha tomado buena nota). Pero sigamos con el vino. Vuelve a nuestra mesa. ¡Ahora si! Señor vino, con mucha lágrima, intenso en aromas, con un final a flores dulces pero con una sintonía de buenas frutas maduras y maderas. En boca es envolvente, de paso largo y persistente, dando al fondo, una vez ingerido, unos puntos de alcohol, potente. Desde luego se comporta como un invitado más a tener en cuenta. No acompaña a los platos sino que se hace con ellos. Menos mal que nuestra cena de hoy es contundente. Nos dicen de cambiarnos el vino, pero al unísono decimos 'no'. Nos ha enamorado. De los vinos que no se olvidan y a tener en cuenta. Nuestro segundo entrante: unos crujientes de queso de cabra con membrillo y miel de azahar con reducción de vino dulce (unos paquetitos de masa brie rellenos de contundente queso de cabra y membrillo en pequeña pero notable presencia con la salsa dulce goteada por fuera. ¡Fantásticos! que bailan con el vino en perfectos pasos). Como plato fuerte...uno de estrella. Un chateaubriand relleno de foie. Plato que sólo realizan para dos personas. Es un centro de solomillo de ternera que al abrirlo le han introducido unos trozos de foie y luego han pasado por la plancha para marcar la carne (plato no recomendable para quienes no disfrutan de la carne cruda). Viene en su punto de temperatura: carne tibia pero cruda, sólo marcada por el exterior con un foie que se deshace por el calor de la carne y del plato, acompañada por un hojaldre de sobrasada y unas verduras al vapor sobre un pastel de tortilla de patatas con bacon ahumado, acompañado con una casera salsa bearnesa y sal maldon para que nosotros salemos la carne a nuestro gusto. Plato de sobresaliente, no....de matricula de honor. Plato que nos mantiene callados y con los ojos cerrados a cada bocado para disfrutar más intensamente del juego de sabores que tenemos a cada bocado. Pese a que ya estamos ahítos, Quesoy decide con la carta de postres, que esta noche merece dos postres. Nos los traen en un único plato: son dos tulipas de crujiente y dulce masa una rellena de 'tentación de dos chocolates' (una bola de chocolate cremoso blanco con mucho sabor a vainilla y otra de chocolate negro, más bien trufa para el gusto de Karoleta) y de 'helado de marrón glasé' (dos bolas de helado de delicioso sabor a marrón glasé) acompañados con frutas del bosque. Fantásticos postres ambos. Karoleta da buena cuenta del helado de marrón glasé y Quesoy de la tentación de chocolates pero consiguen derrotarnos y nos rendimos sin poder terminarlos.
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Nos traen las cartas y comienza la lectura. La carta de vinos es bastante amplia y con una buena selección de vinos. Pese a haber encontrado más de uno apetecible, esta noche nos sentimos intrépidos. Así que preguntamos si tienen vinos fuera de carta. Y si, los tienen. Nos comentan varios pero hay uno que su nombre nos gusta. Pedimos ver la botella y al ver el nombre en relieve y la firma del bodeguero (una firma presente, grande y en mayúsculas), nos lo adjudicamos, será el invitado de esta noche. Oscar Tobía: un rioja 100% tempranillo, reserva del 2003. No está a temperatura, así que lo primero es enfriarlo. Nos volvemos a encontrar con el protocolo de envinado de las copas, protocolo que ya echábamos de menos. Cuando se lo dan a probar a Karoleta: ¡dios! por donde pasa la deja sin saliva. No nos termina de gustar...tal vez necesite oxigenarse y tranquilizarse. Pedimos que nos lo decante. Le damos tiempo, de hecho le damos todo el primer entrante que comemos sin vino...un delicioso carpaccio de langostinos con una teja de parmesano y una exquisita vinagreta (¡nos encanta hasta sin vino!) en la que mojamos panecillos que nos han traído recién horneados. Nos gusta tanto la vinagreta que al ensalzarla a quien nos atiende, tiene la amabilidad de descubrirnos sus ingredientes (y Karoleta ha tomado buena nota). Pero sigamos con el vino. Vuelve a nuestra mesa. ¡Ahora si! Señor vino, con mucha lágrima, intenso en aromas, con un final a flores dulces pero con una sintonía de buenas frutas maduras y maderas. En boca es envolvente, de paso largo y persistente, dando al fondo, una vez ingerido, unos puntos de alcohol, potente. Desde luego se comporta como un invitado más a tener en cuenta. No acompaña a los platos sino que se hace con ellos. Menos mal que nuestra cena de hoy es contundente. Nos dicen de cambiarnos el vino, pero al unísono decimos 'no'. Nos ha enamorado. De los vinos que no se olvidan y a tener en cuenta. Nuestro segundo entrante: unos crujientes de queso de cabra con membrillo y miel de azahar con reducción de vino dulce (unos paquetitos de masa brie rellenos de contundente queso de cabra y membrillo en pequeña pero notable presencia con la salsa dulce goteada por fuera. ¡Fantásticos! que bailan con el vino en perfectos pasos). Como plato fuerte...uno de estrella. Un chateaubriand relleno de foie. Plato que sólo realizan para dos personas. Es un centro de solomillo de ternera que al abrirlo le han introducido unos trozos de foie y luego han pasado por la plancha para marcar la carne (plato no recomendable para quienes no disfrutan de la carne cruda). Viene en su punto de temperatura: carne tibia pero cruda, sólo marcada por el exterior con un foie que se deshace por el calor de la carne y del plato, acompañada por un hojaldre de sobrasada y unas verduras al vapor sobre un pastel de tortilla de patatas con bacon ahumado, acompañado con una casera salsa bearnesa y sal maldon para que nosotros salemos la carne a nuestro gusto. Plato de sobresaliente, no....de matricula de honor. Plato que nos mantiene callados y con los ojos cerrados a cada bocado para disfrutar más intensamente del juego de sabores que tenemos a cada bocado. Pese a que ya estamos ahítos, Quesoy decide con la carta de postres, que esta noche merece dos postres. Nos los traen en un único plato: son dos tulipas de crujiente y dulce masa una rellena de 'tentación de dos chocolates' (una bola de chocolate cremoso blanco con mucho sabor a vainilla y otra de chocolate negro, más bien trufa para el gusto de Karoleta) y de 'helado de marrón glasé' (dos bolas de helado de delicioso sabor a marrón glasé) acompañados con frutas del bosque. Fantásticos postres ambos. Karoleta da buena cuenta del helado de marrón glasé y Quesoy de la tentación de chocolates pero consiguen derrotarnos y nos rendimos sin poder terminarlos.
Quesoy termina la cena con el consabido ristreto que tiene que explicar y que viene realizado a la perfección. Nos invitan a dos licores digestivos ofreciéndonos todos licores de que disponen: Karoleta se decide por un licor de hierbas y Quesoy por un calvados. Ambos vienen a servirlos a nuestra mesa en dos chupitos de cristal congelado (¿un calvados en copa fria? mmmmm El dueño de Nioxxer nos dijo que el calvados se tomaba a temperatura ambiente. Aquí lo sirven a gusto del consumidor. ¡Excelente!. Quesoy lo disfruta más). Fantástico remate de una opípara cena que nos obliga a dar varias vueltas a la manzana para digerirla mejor.
En Valencia. Avd. de Francia nº 8. Tel 96 3309548
En Valencia. Avd. de Francia nº 8. Tel 96 3309548
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