Habíamos abandonado la costumbre de perdernos acudiendo a nuestra cenas de miércoles. Este miércoles: ¡nos perdemos!. El restaurante donde vamos está en una de las zonas cambiadas y ampliadas de Valencia y el mapa que llevamos no está del todo claro. Cuando desistimos de encontrarlo por nosotros mismos y llamamos al mismo, con tres indicaciones que nos dan nos queda claro. Llegamos, media hora tarde de la reserva, pero llegamos.
Larren es un local funcional con una decoración de restaurante-bar de toda la vida donde se puede admirar una buena colección de ginebras, maltas, coñac, vinos en botellas magnum, anises, aceites, que tiene en exposición....eso nos lleva a pensar que la cena va a estar bien, pero que muy bien. No nos equivocamos.
El dueño es quien nos atiende. Solícito pero sin llegar a la exageración, acude a la mesa con las cartas y nos canta lo que tienen fuera de carta. Mientras nos decidimos nos trae un platillo con cuatro croquetas recién hechas, caseras, para ir abriendo apetito. Para beber, una vez mirada la carta, nos inclinamos, también porque él nos lo sugiere, por un Emilio Moro de 2005: un ribera del duero equilibrado, aromático, intenso y con un paso por boca largo. Nos encanta al primer trago (Karoleta ya estaba encantada con este vino de sus cenas en Madrid. Gracias Mer). Para la cena y una vez declarado que todos los platos los vamos a compartir, como siempre, nos inclinamos por unos berberechos al vapor (jugosos, de buen tamaño, en su punto y con un delicado toque de pimienta. Deliciosos), unas anchoas sobre paté de tomate y queso fresco acompañadas de pan tostado con aceite y otros trozos con tomate (¡madre mía, qué anchoas! Doble OO especial, enormes, jugosas, desbarbadas al detalle y en su punto desaladas. Karoleta no habla, no puede: son las mejores anchoas que ha comido desde hace mucho tiempo. ¡Soberbias!. Felicitamos entusiastas a quien las haya preparado. El dueño, sonriendo, nos dice que todo lo hacen ellos, bueno 'mi mujer'. Gracias por un trabajo esmerado) y una tosta de queso la Serena con pimiento de piquillo y huevo de codorniz nevado de pimentón extremeño (¡Ohhhhhhh! es una sugerencia de quien nos atiende y si ¡impresionante! una combinación atrevida por la contundencia de los ingredientes pero que potencia los sabores del queso y estos se aligeran, para hacerlos delicados, con el huevo. ¡Fantástico!). Como plato fuerte nos inclinamos por un solomillo de ternera al foie y uvas con reducción de PX (tienen el detalle de emplatar medias raciones para cada uno de nosotros dado que esta pieza de carne no se puede elaborar trinchanda. El plato es un festival de sabores. La carne super tierna, el foie en cantidad y la salsa, la reducción de PX, para mojar todo el pan o las patatas que lo acompañan. Volvemos a agradecer el plato. Por decir algo, poner algún pero a la cena, la carne nos gusta menos hecha). Para postres elegimos una mousse tres chocolates con salsa de mango (que pese a la ausencia del chocolate por excelencia, el negro, el chocolate chocolate, Karoleta reconoce que está muy buena y que en absoluto es dulzona) y una tarta de queso con salsa de frambuesas (nada que ver con las habituales tartas de queso. Deliciosa, con un generoso acompañamiento de salsa de frambuesas que le dan el contrapunto ácido que la hace fantástica) acompañados por un licor de naranja hecho con orujo de ron (lo pedimos porque nos crea curiosidad) hecho en Venezuela: alcohólico, fuerte, intenso que nos limpia todos los sabores que teníamos en la boca. Quesoy remata la cena con el ristretto que hay que solicitarlo como café corto muy cargado.
Decididamente, una cena para repetir.
En Valencia, Avd. Dr. Tomás Sala nº 33 A-C Telf: 96 3771234
Larren es un local funcional con una decoración de restaurante-bar de toda la vida donde se puede admirar una buena colección de ginebras, maltas, coñac, vinos en botellas magnum, anises, aceites, que tiene en exposición....eso nos lleva a pensar que la cena va a estar bien, pero que muy bien. No nos equivocamos.
El dueño es quien nos atiende. Solícito pero sin llegar a la exageración, acude a la mesa con las cartas y nos canta lo que tienen fuera de carta. Mientras nos decidimos nos trae un platillo con cuatro croquetas recién hechas, caseras, para ir abriendo apetito. Para beber, una vez mirada la carta, nos inclinamos, también porque él nos lo sugiere, por un Emilio Moro de 2005: un ribera del duero equilibrado, aromático, intenso y con un paso por boca largo. Nos encanta al primer trago (Karoleta ya estaba encantada con este vino de sus cenas en Madrid. Gracias Mer). Para la cena y una vez declarado que todos los platos los vamos a compartir, como siempre, nos inclinamos por unos berberechos al vapor (jugosos, de buen tamaño, en su punto y con un delicado toque de pimienta. Deliciosos), unas anchoas sobre paté de tomate y queso fresco acompañadas de pan tostado con aceite y otros trozos con tomate (¡madre mía, qué anchoas! Doble OO especial, enormes, jugosas, desbarbadas al detalle y en su punto desaladas. Karoleta no habla, no puede: son las mejores anchoas que ha comido desde hace mucho tiempo. ¡Soberbias!. Felicitamos entusiastas a quien las haya preparado. El dueño, sonriendo, nos dice que todo lo hacen ellos, bueno 'mi mujer'. Gracias por un trabajo esmerado) y una tosta de queso la Serena con pimiento de piquillo y huevo de codorniz nevado de pimentón extremeño (¡Ohhhhhhh! es una sugerencia de quien nos atiende y si ¡impresionante! una combinación atrevida por la contundencia de los ingredientes pero que potencia los sabores del queso y estos se aligeran, para hacerlos delicados, con el huevo. ¡Fantástico!). Como plato fuerte nos inclinamos por un solomillo de ternera al foie y uvas con reducción de PX (tienen el detalle de emplatar medias raciones para cada uno de nosotros dado que esta pieza de carne no se puede elaborar trinchanda. El plato es un festival de sabores. La carne super tierna, el foie en cantidad y la salsa, la reducción de PX, para mojar todo el pan o las patatas que lo acompañan. Volvemos a agradecer el plato. Por decir algo, poner algún pero a la cena, la carne nos gusta menos hecha). Para postres elegimos una mousse tres chocolates con salsa de mango (que pese a la ausencia del chocolate por excelencia, el negro, el chocolate chocolate, Karoleta reconoce que está muy buena y que en absoluto es dulzona) y una tarta de queso con salsa de frambuesas (nada que ver con las habituales tartas de queso. Deliciosa, con un generoso acompañamiento de salsa de frambuesas que le dan el contrapunto ácido que la hace fantástica) acompañados por un licor de naranja hecho con orujo de ron (lo pedimos porque nos crea curiosidad) hecho en Venezuela: alcohólico, fuerte, intenso que nos limpia todos los sabores que teníamos en la boca. Quesoy remata la cena con el ristretto que hay que solicitarlo como café corto muy cargado.
Decididamente, una cena para repetir.
En Valencia, Avd. Dr. Tomás Sala nº 33 A-C Telf: 96 3771234
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