Esta noche, y por exigencias de guión, vamos a ser más comensales a la mesa de los miércoles (seis para ser exactos) y además nos vamos de excursión a Manises. Este restaurante nos fue indicado por una amiga y seguidora del blog (gracias Deo).
Estamos en una de las callecitas peatonales de Manises, estrecha, silenciosa...tanto que pensábamos que nos habíamos equivocado. Pero no. De entre todos los portales y plantas bajas oscuras, aparece una pequeña entrada con el nombre del restaurante. Entramos y nos encontramos con un pequeño y coqueto restaurante. Con mesas bien vestidas y detalles de decoración que hacen de él un local muy agradable.
Nuestra mesa está dispuesta y nos sentamos. Mientras leemos las cartas nos traen un detalle de la casa: unas crujientes como rosquilletas pero con frutos secos (pipas, maíz, sésamo etcétera) que las hacen un bocado sorprendente. La carta de vinos es corta y con vinos conocidos. Esta noche nos decidimos por un cava para celebrar ¿que se acaba agosto?... Un Raventós i Blanc Gran Reserva Personal del 2003. Cava fino, equilibrado, con matices pero sin estridencias, persistente pero sin pretensiones de dominador. Un agradable y franco compañero de cena. También agua para refrescar nuestros calores.
Para cenar nos inclinamos por unos entrantes para compartir: jamón de pato con queso de cabra (un delicioso y sabroso jamón de pato, cortado a cuchillo, acompañado de unos triángulos de un queso contundente. Un plato tradicional convertido en un plato diferente), bombones de foie rellenos de confitura de violetas y pimienta rosa (mmmmm hizo las delicias de todos los paladares. Delicioso foie con una excepcional confitura que producían un matrimonio perfecto. ¡Buenísimo!) y pulpo prensado con aceite de pimentón (¡realmente fantástico! bocado tierno y sabroso). Como platos fuertes nos decidimos por: pastel de rabo de toro (un sabroso rabo deshuesado y guisado con aceitunas negras, dispuesto entre puré de patatas bien condimentado y con una boina de 'tapenade' -paté de aceitunas negras-. ¿Qué decir?...Bueno, bueno y bueno), carrilladas de cerdo al vino (pequeñas y gustosas carrilladas con una excelente salsa y acompañadas de cucús. Buen y contundente plato), magret de pato con salsa de mostaza (soberbio y tierno) y un solomillo con queso gratinado (muy tierno y de buena hechura). Resumiendo, un festival de sabores y colores que nos hicieron enmudecer y asaltar los platos de los vecinos.
Nadie quería postres pero Karoleta y Quesoy anunciaron que una cena de miércoles siempre lleva postre. Así que se accedió al sacrificio. Y vaya sacrificio: parfait de avellanas y chocolate (¡madre mía! con muchas avellanas...Lo devoramos), pastel de chocolate blanco con mango (un suave y delicioso pastel fresco que...nos devoramos también), pastel de chocolate con helado de avellanas (como un brownie pero más esponjoso, menos pesado, pero lleno de nueces...¿lo devoramos? siiiiiiiiiii) y un pequeño panacota (que como es pequeño se acaba sin darnos cuenta).
Deliciosos todos ellos y con platos adornados y generosas raciones (como en todos los platos).
Rematamos la cena con el consabido ristreto de Quesoy y otros cafés. Como detalle nos invitan a un digestivo. Esta vez optamos por un Calvados que al ofrecérnoslo, como dice Quesoy, 'son de los míos' ya que se disculpan por no tenerlo fresco y nos preguntan si nos añaden un hielo. Los tomamos sin hielo (por seguir las indicaciones de Yves del restaurante Nioxxer y que nos corrigió sobre nuestro gusto por el Calvados fresco) pero también los hay que lo piden con hielo. Para gustos, colores.
Placentera cena en un local íntimo que ahora nos enteramos, dado que ninguno de los comensales lo hacía, que no se permite fumar, es un local libre de humos (comprensible dadas las dimensiones del local y dado el respeto que se está generalizando hacia los no fumadores) además de tener uno de los wc más equipados que hemos visitado en las últimas cenas de miércoles, encontrándonos con la agradable sorpresa de cepillos de dientes individuales con sobrecitos de pasta de diente. Un buen detalle, desde luego.
Nuestra mesa está dispuesta y nos sentamos. Mientras leemos las cartas nos traen un detalle de la casa: unas crujientes como rosquilletas pero con frutos secos (pipas, maíz, sésamo etcétera) que las hacen un bocado sorprendente. La carta de vinos es corta y con vinos conocidos. Esta noche nos decidimos por un cava para celebrar ¿que se acaba agosto?... Un Raventós i Blanc Gran Reserva Personal del 2003. Cava fino, equilibrado, con matices pero sin estridencias, persistente pero sin pretensiones de dominador. Un agradable y franco compañero de cena. También agua para refrescar nuestros calores.
Para cenar nos inclinamos por unos entrantes para compartir: jamón de pato con queso de cabra (un delicioso y sabroso jamón de pato, cortado a cuchillo, acompañado de unos triángulos de un queso contundente. Un plato tradicional convertido en un plato diferente), bombones de foie rellenos de confitura de violetas y pimienta rosa (mmmmm hizo las delicias de todos los paladares. Delicioso foie con una excepcional confitura que producían un matrimonio perfecto. ¡Buenísimo!) y pulpo prensado con aceite de pimentón (¡realmente fantástico! bocado tierno y sabroso). Como platos fuertes nos decidimos por: pastel de rabo de toro (un sabroso rabo deshuesado y guisado con aceitunas negras, dispuesto entre puré de patatas bien condimentado y con una boina de 'tapenade' -paté de aceitunas negras-. ¿Qué decir?...Bueno, bueno y bueno), carrilladas de cerdo al vino (pequeñas y gustosas carrilladas con una excelente salsa y acompañadas de cucús. Buen y contundente plato), magret de pato con salsa de mostaza (soberbio y tierno) y un solomillo con queso gratinado (muy tierno y de buena hechura). Resumiendo, un festival de sabores y colores que nos hicieron enmudecer y asaltar los platos de los vecinos.
Nadie quería postres pero Karoleta y Quesoy anunciaron que una cena de miércoles siempre lleva postre. Así que se accedió al sacrificio. Y vaya sacrificio: parfait de avellanas y chocolate (¡madre mía! con muchas avellanas...Lo devoramos), pastel de chocolate blanco con mango (un suave y delicioso pastel fresco que...nos devoramos también), pastel de chocolate con helado de avellanas (como un brownie pero más esponjoso, menos pesado, pero lleno de nueces...¿lo devoramos? siiiiiiiiiii) y un pequeño panacota (que como es pequeño se acaba sin darnos cuenta).
Deliciosos todos ellos y con platos adornados y generosas raciones (como en todos los platos).
Rematamos la cena con el consabido ristreto de Quesoy y otros cafés. Como detalle nos invitan a un digestivo. Esta vez optamos por un Calvados que al ofrecérnoslo, como dice Quesoy, 'son de los míos' ya que se disculpan por no tenerlo fresco y nos preguntan si nos añaden un hielo. Los tomamos sin hielo (por seguir las indicaciones de Yves del restaurante Nioxxer y que nos corrigió sobre nuestro gusto por el Calvados fresco) pero también los hay que lo piden con hielo. Para gustos, colores.
Placentera cena en un local íntimo que ahora nos enteramos, dado que ninguno de los comensales lo hacía, que no se permite fumar, es un local libre de humos (comprensible dadas las dimensiones del local y dado el respeto que se está generalizando hacia los no fumadores) además de tener uno de los wc más equipados que hemos visitado en las últimas cenas de miércoles, encontrándonos con la agradable sorpresa de cepillos de dientes individuales con sobrecitos de pasta de diente. Un buen detalle, desde luego.
Local para no fumadores
En Manises, Valencia. c/ Mayor nº 30 Tel 961 520 353
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