Al entrar todo cambia, estamos en un buen restaurante; nos recibe el maitre y nos acomoda en una mesa. Las mesas excelentemente vestidas, con buena separación entre ellas. Vemos la bodega y una buena nevera con vinos dentro, fotografías de personalidades que han comido en el local. También nos encontramos con una exposición de Juan Aguirre decorando las paredes. Nos traen las cartas. Vemos que hay menús de degustación...hay uno que nos apetece pero hablaremos con el jefe de sala.
Leemos atentamente la carta de vinos. Hay muchas entradas y nos encanta que pongan además de la información habitual de DO, uvas, precio...pone la puntuación obtenida por el vino. Encontramos un Ribera del Duero que no conocemos y tiene buen precio. Vamos por él. Es un Callejo del 2002, un tinto rotundo, aromático, nervioso, que sale dominando con su presencia (hoy descubrimos que ha obtenido el premio Zarcillo de Castilla y León del 2005). El maitre, Josep que nos atenderá a lo largo de la cena: observará el ritmo de los platos (para Quesoy demasiado lento) y cualquier necesidad de la mesa, mientras nos atiende otro camarero, nos afirma que se 'amansará' a lo largo de la cena. Y así es, se doma y se convierte en un aromático y bien estructurado vino. Lo enfriamos un poco más porque el día de calor lo merece.
Pensábamos pedir el menú de degustación Gallery pero tienen platos fuera de carta. Esto nos lleva a replantearnos la cena. Si, vamos con las sugerencias. Entusiasmados comenzamos con la cena. Como detalle de la casa un chupito de gazpacho: fresco, suave y que nos dispone las papilas para el disfrute. Vienen con un gran cesto de panes diversos: tradicional, de olivas, de queso, gallego. Nos disponen el de nuestra elección.
Y estos son los entrantes: un carpaccio de bacalao dispuesto como un milhojas (finas y suaves lonchas de bacalao maridado, también de salmón, alternadas por huevas de lumpo y pimiento asado. Delicioso, fresco y de hermosa hechura), anchoas de Santoña con tomate de Mutxamel (seis deliciosas anchoas, al punto desaladas y con alguna que otra barba. Mmmm), Vieira salvaje (deliciosas vieiras que vienen con su coral, y guisadas con un suave aroma a laurel. ¡Para llorar!), navajas a la plancha (excelentes navajas en su punto de plancha y con un sabor tremendo. Hay que felicitar a la chef), sepionet a la plancha y en su tinta (deliciosos, tiernos...pero ya comienza a flaquear nuestro apetito). Habíamos pedido hasta una carne, un entrecot trinchado con ajetes pero decidimos comentar si pueden retirarlo de nuestro pedido y si, nos lo retiran. Aún nos queda el foie de canard con nísperos callosinos (un impresionante plato con lonchas de foie en salsa de reducción y unos excelentes nísperos que pese a que no suelen ser del agrado de Karoleta, se lo termina con gran disfrute. Un plato soberbio. Sólo por él vale la pena ir al local. Y sólo un pero ¿sería un atrevimiento sugerir otras frutas como los albaricoques? ¿y los higos? ¿y las uvas? mmmmm ¿y un combinado de salsas y frutas? seguro que con todas un delicioso foie, sin dudarlo).
A estas alturas ya nos hemos rendido, pero hay que llegar al postre. Ha salido la chef, Vanessa, a saludar a las mesas. La felicitamos por lo degustado y ensalzamos el punto de las navajas. Nos disculpamos por no haber llegado a la carne y prometemos volver para degustarla (así como el vino blanco que Josep dice trabajar para alentar y convencer de sus excelencias incluso para los no seguidores de blancos. Eso habrá que comprobarlo). Con ella hablamos de los postres y nos sugiere un bizcocho de chocolate y naranja para rematar nuestra cena. El bizcocho es muy esponjoso y ligero y realmente delicioso, pero nuestros estómagos están sin apetencias.
Quesoy remata la cena con un ristreto, que viene acompañado por unos trocitos de tarta de Santiago casera. Además nos obsequian con un par de chupitos de digestivos. Elegimos un orujo de hierbas y una mistela de Teulada. Buen remate para una cena de altura.
En Valencia, c/ Ingeniero José Sirera nº 53. Tel 963 783 098
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