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12 de noviembre de 2008. Babalú

Esta noche nos vamos al barrio Ciutat Vella, exactamente al barrio de El Mercat, a las callejuelas que rodean la plaza redonda. Allí Quesoy ha descubierto un restaurante de comida caribeña. Al entrar vemos todos los aditamentos típicos de estos locales: madera, adornos, colorido, combinados, santos, música salsa (eso sí, suavecita para no molestar en exceso), velas...todo lo que los convierte en sitios caribeños. El nombre del local viene de la santería cubana, así que a su entrada vemos un San Lázaro de considerable tamaño que en santería se traduce por Babalú-Ayé (del sincretismo con la religión cristiana con la santería cubana). A sus pies, un cesto con ofrendas, en este caso, dinero, tan habitual en la santería (y en todas las religiones). Y este será nuestro local de miércoles.

No hay mucha gente y nos colocan en una mesa de cuatro. Vemos que tienen una carta de vinos respetable, nada extensa, pero asombrosa en un local de estas características donde los cockteles caribeños, las cervezas y los zumos de frutas exóticas suelen ser las bebidas por excelencia. Nos inclinamos por un vino argentino, Urban del 2002, de la zona de Mendoza, realizado por un coupage de malbec, tempranillo, merlot y alguna uva más. Viene caliente y no tiene consideración ni con nuestra boca y menos con nuestra garganta. Pedimos que nos lo enfríen. Pese a esto a Quesoy le sigue resultando tremendo peleón. A Karoleta le parece que con la bajada de temperatura, se ha atemperado que no domado. Es un vino potente, con altos taninos y un toque estridente que no termina de agradarnos. Pero no retiramos la botella. Nos acompañará en esta noche de platos exóticos.
Después de leer entrantes tan sugerentes como desconocidos como tostones, yuca con chimichurri y otros, decidimos hablar con quien nos atiende. Como de segundo sí nos ha comentado cual es su favorito, nos recomienda un menú de degustación de entrantes y luego pidamos unos segundos. Aceptamos la recomendación y con ello nos traen un enorme plato de surtido de entrantes que nos cuestan reconocer: si encontramos yuca frita, plátano macho, tortillas con relleno de verduras con mucho cilantro, unas bolas de ¿?, unas pequeñas tartaletas rellenas de algo que parece atún y mayonesa, tiras de pollo con curry, un pastel salado con una salsa verde que nos encanta que no reconocemos. Excelente experiencia para aventureros gastronómicos. Luego hemos pedido dos segundos que prometen: un burrito (enooorrrme burrito relleno de pollo y verdura, deliciosamente aderezado, muy relleno y con una tortilla realmente suave y esponjosa. Nos encanta) y un plato de carne llamado El Original (excelente carne criolla sobre lonchas de patata asada y con un chimichurri picante que nos hace disfrutar de lo lindo. Plato sorprendente por la calidad y ternura de la carne que contiene y por el precio del mismo. Soberbio plato, si señor).
Llegamos realmente ahítos a este punto pero nos esforzamos por llegar a un postre. A estas alturas el vino nos ha rendido del todo y pedimos una botella de agua con gas Vivaris de burbuja potente, nada sutil. Como postre pedimos uno bien exótico: casco de guayaba con crema de queso. La fruta tiene tanto un sabor como una textura desconocida para nosotros. La comparamos con los higos de chumbera, con la textura de las chirimollas...no nos decidimos. El queso es potente de sabor fuerte pero aceitoso. Exótico plato.
Para rematar esta cena tan caribeña Quesoy se decide por su consabido ristreto pero esta vez doble y en una taza. Karoleta le acompaña con una enorme margarita preparada. Buen e interminable digestivo.

Hemos decidido añadir a nuestros comentarios de los locales un decálogo de características que cumple o no la cena del miércoles que se trate. Nos basamos en el decálogo que la nouvelle cuisine pero traducidos por nosotros (si te interesa conocer el decálogo original realizado en 1973 pero que al leerlo se nota que está en plena vigencia, puedes encontrar un artículo con el contenido de dicho decálogo en http://www.nabar.org/cocina/nouvellecuisine.asp ). Veamos nuestra traducción y la puntuación (presencia o ausencia) de este local.
1. Ingredientes reconocibles: 7
2. Saludable: 7
3. Emplatado y decoración: 5
4. Raciones generosas: 9
5. Cocina regional: SI
6.Tecnología punta: NO
7. Sabroso: 7
8. Equilibrio: 7
9. Vajilla y cristalería: 6
10. Relación calidad-precio: 9
Puntuación total: 57 sobre 80

(Si quieres saber en qué nos basamos para puntuar nuestro decálogo, pincha aquí)


En Valencia, c/ Cerrajeros nº 17 Tel 963 155 040


22 de octubre de 2008. La Pitanza (bis)

¡Como son las cosas¡, aunque pueda parecerlo, no nos hemos equivocado de día... tampoco vamos a hacer de este mes, un monográfico de La Pitanza, como fue el de las tabernas andaluzas, simplemente ha surgido así. Quedamos con Hugo Mira, el dueño de la Pitanza, para tomarnos un vino en su local, conocernos en persona y compartir nuestras humildes opiniones sobre el sector, el barrio y como no, de La Pitanza.
Después del vino, tocaba otro local para cenar, a cargo de Quesoy, pero no pudo ser. Nos estaba esperando junto a su equipo: Hugo y su novia Soraya, su madre Amparo, al mando de los fogones y el personal encargado de atender las mesas. Puestas así las cosas degustamos una primera copa de vino. Un Ribera del Duero, Martín Verdugo del 2005 potente, de excelente sabor, intenso, con buena persistencia. Nos dedicamos a paladearlo y a comentar la cena del miércoles pasado, cómo surgió nuestras cenas de los miércoles y un poco de todo, nos dejaron junto a las copas un gran plato de yuca o mandioca recién fritita. La acogimos con agrado porque siempre apetece picar alguna cosa mientras se toma un vino.
Como por arte de mágia, vino una bandeja con unos montaditos de foie con una deliciosa confitura de higos, que Amparo nos comenta que es casera, hecha por ella. Cómo no, fueron degustados por todos los presentes con gran agrado. Y seguimos la plática, que si los vinos, que si la vida, que si la crisis (a esto le dedicamos un gran espacio de tiempo, de cómo los locales están haciendo el esfuerzo de sobrellevarla: ellos lo están haciendo con su menú nocturno pero están abiertos a sugerencias...pensaremos o, por qué no, estamos abiertos a que vosotros, usuarios como nosotros de los restaurantes, digais qué se os ocurre que podrían hacer y que, claro está, fuera viable el hacerlo. Se abre el buzón de sugerencias) y acude a nuestro encuentro una bandeja con unas impresionantes albóndigas de bacalao: jugosas, tiernas, suaves...todo un placer. Creo que a estas alturas ya se ha abierto la segunda botella: un tinto alicantino, Beryna de las bodegas Bernabé Navarro, joven pero de tremendo y sabroso sabor, un placer...y aún más se nos aligera las ideas.
A estas alturas, ya hablamos de recetas, de los arroces de Amparo, de la promesa de volver un almediodía para probar su fantástico arroz en 'fesols y naps', previo encargo, y los diferentes locales de la zona, de su filosofía gastronómica. Y llegan unos montaditos de roast beef bien condimentados de pimienta que, aunque sin comentarlo en situ, nos hace recordarlo al final de la velada. Una delicia. Creemos que todo lo degustado son entrantes de la carta aunque Karoleta no los recuerda como tales ¿serán novedades? ¿los pondrán en carta?...votamos por este roast beef, también por las albondigas de bacalao, porque el foie seguro está en carta.
Ahora ya sabemos que no vamos a acudir a la cena de los miércoles al uso, dado que ya no estamos en condiciones de iniciar una cena: ni por apetito ni por cantidad de vino ingerido. Y como ven nuestra 'derrota' deciden rematarnos con un impresionante fin de fiesta: un surtido de postres. Allí encontramos una crepe rellena de crema y bañada de chocolate bastante negro, por cierto, un excelente pastel de queso, al cual no bañan en confitura y permite notar el sabor del queso en toda su expresión, el excepcional brownie con muchos frutos secos y muy pero que muy esponjoso y bañado de mucho chocolate tibio y negro, muy negro y dos bolas de helado que hacen su gran contraste con el resto de postres. Una de helado de violetas (delicioso y de sabor a los antiguos caramelos de violetas) y otro de lima (fresco y que limpia las papilas de todos los dulces). Para acompañarlos abren una botella de Carlota Suria, un cava de las bodegas de Pago de Tharsys, un brut nature de correcta acidez y que hace las delicias de todos los presentes.
Rematan la cena con el consabido ristretto de Quesoy, el cual sirven sin ningún problema y se disculpan porque se les ha terminado el Jack Daniel's para el vaquerito de Karoleta.
Agradecemos los detalles de los que hemos sido objeto.