Esta noche toca cenar en uno de los clásicos de Valencia. Hace una muy mala noche (está lloviendo copiosamente) y pese a ello, al entrar vemos que hay varias mesas con gente. Nos permiten cenar en lo que llaman 'la cava' que es el comedor más interior que comentan que no suele gustar a la gente por su poca luz. Nos parece un sitio fantástico rodeados de expositores de vino con cancelas, con algunas botellas empolvadas. Techo y paredes enladrilladas y luz bastante tenue pero sin llegar a impedir vernos bien. Y vamos a lo importante.
Nos traen una carta de vinos de tamaño atlas mundial, con muchas entradas y muy completa, tanto que Quesoy (es a quien le toca) comienza su lectura y está completamente indeciso. Nos ponen una cesta con panecillos diferentes y un plato con un morterito con tomate triturado y preparado para el pan. Detalles estos, no cobrados en la nota final (y esto hay que decirlo porque en más de un sitio, el detalle del pan, queda reflejado en la cuenta). Para la cena, nos hemos dejado aconsejar por quien nos sirve y vamos a seguir todas sus sugerencias. Al final, nos propone que acuda su compañera que es sommelier para ayudarnos en la elección del vino puesto que no queremos pedir un vino conocido...y eso tiene mucho riesgo si no nos asesoran. Amablemente nos pregunta por nuestras preferencias de tipo de vino y nos propone varios valencianos ya conocidos y un rioja. Este va a ser el elegido. Es un Martinez Lacuesta del 2003, un tinto aromático, elegante, muy bien estructurado y que tiene la persistencia necesaria para que nos diga 'estoy aquí' pero no como para llegar a deslucir los platos. Magnífico compañero de cena pero también sería un fantástico interprete principal donde la comida dejara de tener la importancia de esta cena. Comenzamos con una sensacional sorpresa. Tomamos nota del vino. Como platos nos dejamos seducir por: unas anchoas del Cantábrico con queso fresco (aunque no vienen totalmente desespinadas, si que vienen en su punto de sal, son sabrosas, tiernas y esponjosas. ¡Muy, muy buenas!. El queso sólo acompaña con esa falta de sabor que suelen tener y es lo que procede en este plato), una ensalada de setas con crujiente de jamón y vinagreta de mostaza (una deliciosa ensalada con una combinación de sabores muy bien ensamblados) y unos atillos de queso y gambas con tomate confitado (paquetes de masa brie rellenos de queso fundido y un buen número de gambas visibles. El tomate hacía un buen contrapunto para suavizar dar un punto dulce al plato). Como plato fuerte, también nos dejamos sugerir un solomillo al foie de oca (que pese a que viene hecho estando trinchado, el punto de plancha es inmejorable. El foie se vuelve el actor principal del plato por su potente sabor. Viene acompañado por unas grandes patatas crujientes. ¡Fantástico!). Como postre, volvemos a sin mirar la carta pedir un postre de chocolate chocolate. Nos traen un pastelito de chocolate negro relleno de una trufa muy chocolateada y bañado con caramelo. Buen pastel, si señor. Quesoy remata la cena con su consabido ristretto que esta vez tiene que pedir como un café expreso muy corto y muy cargado.
En Valencia. c/ Polo y Peylorón, nº 53. Telf: 96 3891186
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