11 de agosto de 2010. La Matandeta


Nos vamos de excursión a encontrarnos con un local en plenos arrozales en los alrededores de Alfafar. Y, sin que sirva de precedente, esta vez no nos perdemos. Llegamos sin ningún problema a una casona en medio de arrozales. Al entrar vemos que pese a las mesas que vemos en el comedor interno, estamos en una casa de campo, con sus entradas, estancias, chimenea.
Las mesas grandes y bien vestidas. Dado el tiempo, buena noche, aunque bochornosa, nos instalan en la terraza. Aquí el ambiente es más informal, con manteles de cuadros pero bien vestidas, con unos (agradecemos) ventiladores de techo que refrescan el ambiente. En el fondo vemos un horno encendido al aire libre.
En parte hemos venido porque están en las IV Jornadas gastronómicas de cocina de los helados. Y no queremos perdernoslas.

Nos trae las cartas Elena, quien nos atenderá durante toda la cena,  muy amable nos informa que por la noche todos los platos se hacen a la brasa y en el horno de leña, excepto el menú degustación de las jornadas del helado. Nos decidimos por el menú de degustación, aunque las sardinas a la brasa nos tientan mucho.
Vemos la carta de vinos, poco extensa, pero tienen muchos vinos fuera de ella y que pueden verse expuestos en el comedor interior y hemos echado un vistazo. Pero dada la temperatura de la noche y que la cena va a ser suave (suponemos que los helados van a suavizar mucho los platos) nos decidimos por un cava.
El primero de nuestra elección no lo tienen y se disculpan (el daño que hace agosto en las cavas de los restaurantes...). El segundo sin problemas: Llopart Brut Nature, el primer cava brut nature que se elaboró en nuestro país. Un cava suave, elegante, con una acidez bien integrada. Un discreto compañero de mesa.
Y vamos al menú de degustación de las jornadas. Comenzamos con un Martini blanco con helado de boquerón en vinagre: un martini frapé, con un pincho de boquerón, aceituna y helado de boquerón: bocado sorprendente, fresco y que nos despierta la fantasía del devenir.
Salmorejo con helado de tomate y galleta de sésamo. El salmorejo, impecable (sabroso, cremoso) el helado de tomate, suave y la galleta de sésamo, un toque crujiente y sabroso en el plato. Muy buen plato. Por poner un pero ¿qué tal poner un helado de sandía la próxima vez? 
Coca de pasta filo-jengibre, con helado de salmón y 'esponsoja', con tartar de pescado (¿salmón?). Plato divertido por la cantidad de sabores y texturas diferentes: el tartar fuerte, sabroso, la esponsoja: textura de 'nube' con intenso sabor a soja, el helado de salmón, delicioso, suave, cremoso. La pasta filo-jengibre: crujiente, con toques picantes. Si además aliñabas el bocado con un toque de wasabi....¡soberbio!
Parrillada de verduras con helado romesco. Plato arriesgado: verduras en textura densa (con agar agar). El helado impecable. Las barritas de verduras asadas nos hacen ir de una a otra buscando un sabor reconocido: descubrimos el de alcachofas y el de pimiento. De los otros dos dudamos. Nos sacan de la duda: cebolla y apio. Nos gusta esta forma novedosa de un plato tradicional en los menús del mediterráneo.
Merluza de pincho con helado de anacardos y base de crema de calabacín y espinacas. Este plato nos hace disfrutar de lo lindo: el pescado en su punto de hechura, el helado un contraste delicioso con el pescado y la crema de fondo cremosa, sabrosa...nos enamora este plato. No dejamos nada en el plato. (Coincidimos en comentar que la pala de pescado tiene una forma 'acucharada' que nos permite rebañar el plato con ella, dado que el menú largo largo, no lleva pan, cosa que es de agradecer).
Papada ibérica confitada en aceite de la Sierra de Espadan, con piel crujiente y helado de peras sobre puré. Mmmm la papada está impresionante: piel supercrujiente, tierna, sabroso el bocado (sin presencia en boca lo desagradable del bocado graso) y que junto el helado de peras lo convierten en un delicado plato. Permanecemos callados mientras nos queda algo en el plato.
Llegamos a los postres: texturas de melón (en una lágrima enorme de melón -esfera con corazón líquido-, en helado y en melón con capa crujiente de caramelo sobre kataifi bien crujientes. Para ellos, ya el cava se nos ha terminado. Pedimos algún vino para acompañarlos y dado que Karoleta comenta que le gustan poco los vinos muy dulces, después de consultarlo con su padre (el oráculo como le llama Elena) y con su marido Rubén, dueño de los fogones. Esta es la nueva generación que sucede a la anterior: Mª Dolores y Rafa, ambos padres de Elena) le ponen un vino rancio de Bobal (un vino tinto, rancio, dulce pero muy poco...nos gusta mucho). A Quesoy le ponen un moscatel de Hamburgo realizado en Castellón (rico rico).
Remata el menú un café con helado de Baileys. A Karoleta le recuerda a la cebada más que al café. A Quesoy le hace desistir de su consabido ristreto. 
Buena cena, buenos helados.
1. Ingredientes reconocibles: 8
2. Saludable: 9
3. Emplatado y decoración: 9
4. Raciones generosas: 9
5. Cocina regional: no
6. Tecnología punta: si
7. Sabroso: 9
8. Equilibrio: 7
9. Vajilla y cristalería: 8
10. Relación calidad-precio: 8
Total puntos: 67 sobre 80
Precio medio (sin contar el cava)

En Alfafar (Valencia). Carretera Alfafar-El Saler, Km 4  Tel 962 112 184

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