Esta noche vamos a un restaurante ubicado en el barrio de El Plá del Real. Es un restaurante que lleva relativamente poco tiempo abierto. Realizan una cocina de mercado muy creativa y tienen algunas propuestas que lo hacen especialmente atractivo para los tiempos de crisis: todos los martes, miércoles y jueves noche tienen un menú pica-pica (así lo llaman) de tapas muy elaboradas para dos comensales a un atractivo precio. Con esto, esta noche que le toca a Karoleta, este va a ser el restaurante elegido.
Como llegamos algo pronto, nos acercamos a La Sacrisitía a tomarnos una copa de vino mientras hacemos tiempo. Por copas tienen abiertos un rioja (Mitarte), un valenciano de utiel-requena (un syrah) y un ribera (Anta 10). Karoleta, desde el principio se decidió por el ribera: amable y fácil de tomar por el coupage con el que está elaborado. Quesoy, por tener dos vinos diferentes para catar, pide el rioja (un tanto ácido, malcarado y muy rotundo para tomarlo sin comida -por mucho que nos hayan puesto un par de trozos de queso curado-) así que se lo cambian por el valenciano (algo más considerado pero con un punto de intratable).
Ya es casi hora de cenar y nos encaminamos al restaurante. Como es noche de pica-pica no estamos en el salón del restaurante, sino en la zona de entrada. Las mesas están preparados algo más informales (con caminos de mesa en vez de dobles manteles) pero agradable y llenas de detalles. Yvonne, que va a ser quien nos atienda toda la cena, nos explica en qué consiste el menú pica-pica de esta noche y preguntamos si se puede añadir algún plato más para completarlo y nos ofertan un plato de carne y otro de pescado. Como detalle de la casa nos han puesto unas aceitunas bien aliñadas y mientras elegimos el vino, dado que el menú ya está decidido, nos sirven un aceite de oliva con toques frutales que nos hace terminar con casi todo el pan. En la cocina vemos trajinar a un solitario Enrique Media que será el mago de esta cena.
El vino elegido para esta noche es Marmoré del 2003, un somontano que nos lo traen a impecable temperatura y decantado. Es un vino aromático con toques de madera, cuero, especias y tostados expléndidamente integrados, cremoso y amable pese a su fortaleza y con los mismos toques en boca que en nariz. Buen compañero de mesa que no pasa desapercibido pero que no eclipsa a lo que acompaña. Nos aclaran que los precios de los vinos también se ven abaratados para este menú. ¡Bravo!. Pero antes del Marmoré y para acompañar los dos primeros platos, nos pedimos una copa de blanco francés (Pouilly-fumé del 206), vino aromático y con toques de madera, como si hubiera recibido algo de crianza. Este vino acompaña los dos primeros platos de este menú: un impresionante tartar de atún rojo con tomates confitados (muy tierno, de excelente sabor. Nos encanta) y unos berberechos naturales con una suave crema de apio (sorprendente juego de sabores y texturas, e incluso temperaturas. Nos provoca hasta meter la cuchara en el caldo de los berberechos para terminarnos hasta la última gota). La siguiente tapa es un plato de pescado: un cabut sobre berenjena asada y cubierto de quinoa tostada (excelente pescado con contrastes de texturas donde el premio se lo llevó la berenjena la cual tenía un portentoso sabor a leña que nos hizo disfrutar). Ahora llega la carne: ternera estofada con rebollones (tierna, muy tierna, sabrosa, con unos rebollones de intenso sabor. Volvemos a rebañar el plato). Y ahora viene el plato más inesperado: huevo de corral hecho a baja temperatura bañádo en caldo de carne y garbanzos. Si. Sopa. Per ¡qué sopa! hasta Karoleta que no es muy amante de los caldos, le sorprende y enamora: gustoso, con unos tiernísimos garbanzos enanos y un huevo de intenso sabor. Delicioso plato invernal que nos deja maravillados. A estas alturas los vinos catados y probados ya son muchos y Quesoy se pasa al agua con burbujas: Solé, un agua gasificada italiana algo más potente que las francesas y menos que nuestra Vichy.
Para completar la cena hemos pedido una carrillada la cual traen emplatada en dos medias raciones con acompañamiento de manzana y salsa de la propia carne. Suculenta, tierna y de buen contraste de sabor. Hemos de decir que la decoración de todos los platos era esmerada, cuidada, de alta cocina. Platos de buena hechura e impecable decoración.
Como postre nos inclinamos por uno de chocolate con especias: una especie de brownie muy especiado con una boina de helado que no llegamos a saber de qué era, pero muy cremoso y pequeños trozos de fruta confitada. Realmente rico rico.
Quesoy remata la cena con su consabido ristretto que esta noche es doble.
Deliciosa cena.
En Valencia, c/ Finlandia nº 7 Tel 963 936 301
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Como llegamos algo pronto, nos acercamos a La Sacrisitía a tomarnos una copa de vino mientras hacemos tiempo. Por copas tienen abiertos un rioja (Mitarte), un valenciano de utiel-requena (un syrah) y un ribera (Anta 10). Karoleta, desde el principio se decidió por el ribera: amable y fácil de tomar por el coupage con el que está elaborado. Quesoy, por tener dos vinos diferentes para catar, pide el rioja (un tanto ácido, malcarado y muy rotundo para tomarlo sin comida -por mucho que nos hayan puesto un par de trozos de queso curado-) así que se lo cambian por el valenciano (algo más considerado pero con un punto de intratable).
Ya es casi hora de cenar y nos encaminamos al restaurante. Como es noche de pica-pica no estamos en el salón del restaurante, sino en la zona de entrada. Las mesas están preparados algo más informales (con caminos de mesa en vez de dobles manteles) pero agradable y llenas de detalles. Yvonne, que va a ser quien nos atienda toda la cena, nos explica en qué consiste el menú pica-pica de esta noche y preguntamos si se puede añadir algún plato más para completarlo y nos ofertan un plato de carne y otro de pescado. Como detalle de la casa nos han puesto unas aceitunas bien aliñadas y mientras elegimos el vino, dado que el menú ya está decidido, nos sirven un aceite de oliva con toques frutales que nos hace terminar con casi todo el pan. En la cocina vemos trajinar a un solitario Enrique Media que será el mago de esta cena.
El vino elegido para esta noche es Marmoré del 2003, un somontano que nos lo traen a impecable temperatura y decantado. Es un vino aromático con toques de madera, cuero, especias y tostados expléndidamente integrados, cremoso y amable pese a su fortaleza y con los mismos toques en boca que en nariz. Buen compañero de mesa que no pasa desapercibido pero que no eclipsa a lo que acompaña. Nos aclaran que los precios de los vinos también se ven abaratados para este menú. ¡Bravo!. Pero antes del Marmoré y para acompañar los dos primeros platos, nos pedimos una copa de blanco francés (Pouilly-fumé del 206), vino aromático y con toques de madera, como si hubiera recibido algo de crianza. Este vino acompaña los dos primeros platos de este menú: un impresionante tartar de atún rojo con tomates confitados (muy tierno, de excelente sabor. Nos encanta) y unos berberechos naturales con una suave crema de apio (sorprendente juego de sabores y texturas, e incluso temperaturas. Nos provoca hasta meter la cuchara en el caldo de los berberechos para terminarnos hasta la última gota). La siguiente tapa es un plato de pescado: un cabut sobre berenjena asada y cubierto de quinoa tostada (excelente pescado con contrastes de texturas donde el premio se lo llevó la berenjena la cual tenía un portentoso sabor a leña que nos hizo disfrutar). Ahora llega la carne: ternera estofada con rebollones (tierna, muy tierna, sabrosa, con unos rebollones de intenso sabor. Volvemos a rebañar el plato). Y ahora viene el plato más inesperado: huevo de corral hecho a baja temperatura bañádo en caldo de carne y garbanzos. Si. Sopa. Per ¡qué sopa! hasta Karoleta que no es muy amante de los caldos, le sorprende y enamora: gustoso, con unos tiernísimos garbanzos enanos y un huevo de intenso sabor. Delicioso plato invernal que nos deja maravillados. A estas alturas los vinos catados y probados ya son muchos y Quesoy se pasa al agua con burbujas: Solé, un agua gasificada italiana algo más potente que las francesas y menos que nuestra Vichy.
Para completar la cena hemos pedido una carrillada la cual traen emplatada en dos medias raciones con acompañamiento de manzana y salsa de la propia carne. Suculenta, tierna y de buen contraste de sabor. Hemos de decir que la decoración de todos los platos era esmerada, cuidada, de alta cocina. Platos de buena hechura e impecable decoración.
Como postre nos inclinamos por uno de chocolate con especias: una especie de brownie muy especiado con una boina de helado que no llegamos a saber de qué era, pero muy cremoso y pequeños trozos de fruta confitada. Realmente rico rico.
Quesoy remata la cena con su consabido ristretto que esta noche es doble.
Deliciosa cena.
En Valencia, c/ Finlandia nº 7 Tel 963 936 301
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