4 de junio de 2008. El Racó de Rafa

Nos dirigimos de nuevo hacia el barrio de Campanar en busca de un restaurante donde esta vez... no tenemos reserva. Quesoy va ha decidido confiar en su suerte. Por si acaso, confiesa tener un plan B, incluso un C. Pero no le hacen falta. Encontramos aparcamiento en la puerta y una luminosa mesa libre.
Llegamos al Racó de Rafa, un restaurante bien decorado, acogedor y con una excelente cava de cristal que hace las veces de separador entre dos espacios: el comedor y un comedor algo más privado donde pueden estar hasta un máximo de 12 personas. Lo que mas nos gusta a primera vista es poder observar y mirar todas las 'joyitas' de vinos, cavas, champagnes, aguas y quesos que tienen. También podemos ver la colección de ginebras y otros licores...Buen sitio, si señor.
Quesoy juega esta noche con ventaja, el responsable de sala es Paco Cardona, un viejo amigo y compañero de otros menesteres, es quien nos va a atender con gran amabilidad pero sin saber que vamos a contar nuestra cena de hoy en este diario gastronómico hasta que se paga la cuenta. Nos dejan las cartas y nos sirven un detalle de la casa: unos aperitivos japoneses y unas deliciosas aceitunas aliñadas con mucho limón. Tras tantear la carta y las sugerencias fuera de ella, nos dejamos guiar por los consejos y comentarios de Paco quien nos sitúa de golpe ante una comanda repleta de productos marinos. Quesoy se lanza sin dudar a solicitar unas almejas de carril, pero se han terminado por lo aquilatado de su adquisición dada la coyuntura que vive el sector de la restauración. En cualquier caso existe suficiente oferta como para considerar esta cena como un festín lleno de descubrimientos ¡¡¡¡Va a ser la primera cena de miércoles donde todos los platos sólo tengan pescado y otros productos del mar¡¡¡¡
Para acompañar a la cena (si, ahora la describo) nos decantamos por un cava gran reserva: Gramona Celler Batlle de 1999. Sensacional, con una burbuja suave, presente pero no imperativa en boca, que deja que todo el sabor del cava se expanda y perpetúe después de ser tragado. Delicioso cava para una cena que requiere un compañero que sea, esté y se note pero acompañe sin exagerar.
Para cenar, nos inclinamos como entrantes por: unas ortigas de mar (¡Qué delicia! ¡Qué sorpresa! ¡Pero qué buenas! Especie de albóndigas realizadas a base de anémonas de mar...bocado extraño que a Karoleta le hace recordar un bocado a base de hígado de pescado que comía de pequeña y que le encantaba. Paco nos comenta que el animal del que se hacen, una anémona carnivora, es realmente feo; nos explica que es donde se escondía Nemo en la película de dibujos animados. Pero no nos vayamos...Nos encanta, nos sorprende, nos hace estar largo rato en silencio intentando buscar sabores conocidos y texturas. ¡Plato sorprendente con sorprendente sabor!. Muy pero que muy buen comienzo), unas ostras en tempura (Karoleta se deja otra vez seducir dado que a Quesoy le encantan...ya que la noche ha comenzado como una aventura, seguimos asumiendo riesgos. Excelentes ostras de Bretaña hechas en una delicada tempura pero que convierten las partes gelatinosas de las ostras en un bocado algo mas consistente pero sin dejar de ser suave y con un intenso sabor a ostra. Nos vuelve a dejar mudos...mirándonos y con la sonrisa del que ha vuelto a dar en el blanco) y unas cigalas con ajetes (excelentes cigalas, todas ellas ganadoras y con sus dos pinzas intactas, hechas en su punto, con intenso sabor. ¡Soberbias!). Como plato fuerte: un taco de atún rojo que viene sobre un lecho de patatas gallegas y con una vinagreta de frambuesa que le pone el toque ácido que tan bien le va al atún (de perfecta hechura, de tamaño considerable y con un acompañamiento que realza su sabor hasta la excelencia. ¡Fantástico!...rebañamos una vez más el plato). Como postre sólo pedimos uno porque estamos realmente ahítos. Eso si, Quesoy premia a Karoleta por sus avances 'ostreros' pidiendo uno que tenga chocolate negro. Nos traen un impresionante bizcocho de chocolate que lleva una capa de chocolate blanco con una crema de albaricoque y cubierto de chocolate derretido francamente amargo y unas fresas fileteadas (¡vaya fin de fiesta! postre delicioso, de delicado sabor pero con un chocolate contundente que se hermana hasta la perfección con el ácido de la fresa. ¡Extraordinario!).
Quesoy remata la cena con un cremoso ristreto y Karoleta se deja seducir por primera vez en una cena de miércoles por un té verde de un digestivo sabor. Nos invitan a una copa de calvados que viene servida a temperatura ambiente, que es la suya (aunque a Quesoy le gusta más a temperatura ambiente del pais de origen a la hora de tomarlo, es decir, algo más enfriado) y que degustamos hasta la última gota. ¡Magnífica y delicada cena, repleta de sorpresas!

En Valencia, c/ Terrateig nº 6. Tel 963 474 862

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